OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

sábado, 24 de noviembre de 2007

Para Siempre

El Rincón de los Relatos

Era siempre lo mismo. Todos los viernes nos veíamos con Sandra en la boletería del metro Los Héroes cerca de su universidad. Y al salir siempre nos topábamos con un vagabundo limosnero, vestido con telas roídas y desteñidas, barba larga, blanca y nunca en la vida rasurada y siempre rodeado de decenas de apestosas palomas. Y apenas pasábamos tomados de la mano por su lado nos gritaba con una voz de ultratumba, rasposa y profética “¡lo bueno siempre dura poco!” y las palomas se alborotaban y huían despavoridas.

Todos los benditos viernes lo mismo. Pasábamos a su lado y “¡lo bueno siempre dura poco!” nos gritaba con los ojos desorbitados y la mirada punzante. Y a nadie más lo decía. Me tenía harto y así regresé otros días a ver su actuar y nunca lo vi decir una sola palabra frente a otras parejas, tan sólo se dedicaba a agitar su jarra de monedas que sin importar el día siempre parecía tener la misma cantidad de colecta.

Fueron años, de viernes y la frase, de viernes y las palomas asustadas. Hasta el día de graduación de Sandra. Su primer trabajo fue en las poéticas torres de negocios del barrio El Golf y entonces nunca más vimos al viejo y a sus ropas desteñidas.

Así, diez años después y por casualidades de la vida, nos juntamos un viernes en la estación Los Héroes con la diferencia de estar ahora felizmente casados. Y mientras subíamos las escaleras Sandra me dijo “¿te acuerdas del vago ese?” y le respondí “¡recordarlo! creo que siempre lo voy a recordar” reímos juntos. Y cómo no, ahí estaba el vago con las mismas ropas desteñidas, con la misma larga barba y con el mismo rebaño de palomas. Y deseando que no nos reconociera el viejo nos grita “¡lo bueno siempre dura poco!”. Y con qué ganas le respondí ahora “te embromaste viejo porque estamos casados” y le enrostré mi anillo matrimonial. Pero el viejo ni se inmutó y como si desde siempre hubiera tenido la respuesta escupió tan fuerte como siempre, con los ojos igual de hinchados “¡por eso el matrimonio es para siempre!”.

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