OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

jueves, 13 de junio de 2013

Ojos de Luna

Rincón de los Relatos


Un torbellino del cual no quiero escapar. Negro entero excepto por su fondo iluminado por dos luceros amarillos brillantes. Dos lunas me llaman con su encanto ineludible. Nado con los brazos hacia ellos apurando mi llegada. Despierto entonces con el dolor del sueño en el corazón, con la ínfima felicidad plena antes de la conciencia. En ese tiempo tan pequeño estuve dentro de tus ojos de luna, estuve en tus manos, en tus labios y fue lo más real por ese instante. Estuve al final del arcoíris viéndote bailar en su cima, la promesa cumplida del tesoro invaluable al final de los siete colores.

Me levanto me ducho me visto me largo a caminar entre las calles de una ciudad que llueve y hay gritos mecánicos por todos lados, relinchos de caucho, robots repitiendo trazados diarios todo sobre una neblina de insignificancia. Soy yo y la lluvia que por culpa de poetas hoy y siempre es y será melancólica. Cierro mis ojos para escuchar su áurea caída directo desde las nubes condensadas desde ese sueño con tus ojos de luna estás tú en cada gota y me abrazas fuerte, cada vez más, un relámpago y tus besos, tu piel es el viento envolvente, tu aroma emerge de los prados inundados en agua. Y el dolor del despertar de ese sueño real por esa fracción de segundo. No quiero abrir los ojos ni prender la luz no quiero ver la hora real en el reloj ni el día en el calendario. Quiero aguantar lo más que pueda la ilusión de estar bajo la lluvia de tus ojos de luna.

Un dos un dos un dos suena la percusión bélica y nos llama a batalla a miles de soldados que luchamos por tu reinado. Todos van muriendo, amigos y enemigos, envueltos en una guerra sin gritos sin sangre hasta quedar solo yo, solo tú llegando a verme victorioso con tu vestido de polvo estelar montada en un dragón majestuoso llevando tu casco alado y batiendo tus plumas de ángel. Eres todos los cuentos, todas las leyendas bajando hasta mí un mortal soñador que deja la espada a un lado para arrodillarse a tu soberanía total sobre este mundo que no sé dónde está y que está en todas partes. Y no quiero escuchar el reclamo de la alarma ni sentir el frío sobre la ropa de la cama, que no termine este momento que quiero sea real eternamente aunque este siempre al borde de caer desde un rascacielos.

Deseo tanto vivir en ese pestañeo de tiempo donde estamos juntos navegando a través del espacio ennegrecido de vergüenza por la luz magnánima de tus ojos de luna ¡dime que sí! ¡dime que sí ojos de luna! ¡no me dejes dormir más! ¡no me dejes volver a despertar!