OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

jueves, 31 de marzo de 2011

Ciudades de Cristal


Rincón de los Relatos

Y la Luna se estrelló contra la Tierra.
Rescatados por almas piadosas en sus ángeles espaciales, un puñado de seres humanos sobrevivían testigos del fin del mundo. Agolpados ante el gran ventanal flotante veían con pavor la explosión más pequeña e insignificante en todo el universo pero sin duda la más triste de todas. Sin hogar, los terrícolas se arrodillaron frente a los restos de su planeta y rezaron despidiéndose de Dios que se les presentaba en los confines del espacio con su sangre hirviendo, resoplando su aliento azufrado por los oídos, aún extasiado con el fin del octavo día.

Y el cañón magnético disparó a la Luna.
Con la misión cumplida la flota emprendió su marcha llevando consigo los remanentes vivos y testigos del planeta aniquilado. Semanas rompiendo la barrera de la luz, los terrícolas seguían arrodillados siempre con sus cabezas apuntando a Sol temerosos de volver la vista al infinito mismo, a lo imposible e incomprensible. Caminar por ese pasillo amplio repleto de colchonetas sucias y rostros sin mirada resultaba de una calma embriagadora, ninguno se quejaba, me miraban sin odio, sin sentimiento a pesar de saber que pertenezco a aquellos impíos destructores de su mundo.

Y se dio la orden de apuntar a la Luna.
Creo que me ven y no saben qué hacer. Soy idéntico a ellos. Estaban tan preparados para extraterrestres verdes o de ojos negros enormes o de naves cilíndricas. Pero la galaxia está poblada por seres humanos iguales a todos hasta en la última hélice, los terrícolas estaban preparados para odiar a insectos monstruosos pero no se pueden odiar a sí mismos, no a otro humano. Paso frente a cientos de ellos, yo solo, si se animaran podrían matarme a golpes, pero si lo hacen entonces no sabrán dónde ir a celebrar la venganza.

Y los ingenieros aprobaban el uso del cañón.
Volvimos a la velocidad sub-luz y los terrícolas curaban sus rodillas, volvían a ponerse de pie. Comenzaron a dudar a mirar ese espacio tan extraño de estrellas ajenas, de una tonalidad ausente distinta. Fue entonces cuando por primera vez me habló uno de ellos: se levantó de su colchoneta, se paró frente a mí y con temor pero sin titubear me dijo “¿por qué, por qué la Tierra?” y seguí caminando sin dar respuesta alguna. Al día siguiente el mismo hombre me detuvo y dijo “¿por qué, por qué nosotros?” y reanudé mi caminata sin decir nada. Al tercer día ya con el miedo desvanecido preguntó “¿adónde, adónde nos llevan?” y pasé a su lado sin siquiera mirarlo. A la siguiente vez parecía más alto, tal vez sus rodillas al fin estaban curadas y entonces me dijo “¿Por qué, por qué eres igual a nosotros?” lo miré a los ojos por primera vez y los ojos de todos a mí.

Y el cañón moverá la Luna hacia la Tierra.
¿Acaso pensaste que eran únicos e irrepetibles en todo el universo? Le respondí, su planeta era uno de los miles que ahora están habitados por seres humanos, algunos porque nacieron allí, otros que nacieron en otros lados y se lanzaron a las estrellas a conquistar planetas. ¿Acaso creíste que el aliento de la vida iba a llegar sólo a un punto del espacio? Está lleno de vida y ahora será tu oportunidad para ver todo lo que la humanidad ha logrado.

Y el magneto se descarga contra la Luna.
No podía entenderlo. Era demasiado para una sola respuesta pero todos se ponían de pie ahora y sacudían sus rodillas cansadas de sostener al pueblo terrícola. Al terminar mi respuesta seguí caminando y volví al día siguiente sabiendo lo que ese hombre iba a querer saber. Cada vez que hacemos la operación de rescatar a un planeta pre-espacial sucede lo mismo. Se puso de pie frente a mí ya con la confianza de hablar entre iguales y me dijo “¿Ustedes, ustedes creen en Dios?” lo veía a él, al resto de los refugiados, esperaban una respuesta que les cambiara la vida por siempre y en ese aliento retenido lograron olvidar que venían de un planeta destruido porque la pregunta más importante de toda su historia acababa de ser planteada.

Y la Tierra debe ser destruida.
¿Está seguro? Le pregunté para verificar.
Así es, su tiempo terminó ya hace mucho y debo cumplir con la promesa que les hice. Ya verás cómo están de preparados para enfrentar a las estrellas, a recorrerlas, a vivir en ciudades de cristal donde la paz es eterna. De ahora y hasta siempre los terrícolas serán humanos, habitantes de la galaxia y tú, Gabriel, los guiarás en sus primeros pasos hacia una vida llena de dicha, ocio y satisfacciones. Enséñales nuestras hermosas ciudades y calles repletas de alegría, enséñales cómo nuestros robots hacen todo el trabajo mientras nosotros nos dedicamos a lo que más nos guste, enséñales que ya no existen guerras entre los humanos, que no existen razones para sufrir, enséñales que han llegado a la vida.

¿A quiénes debo seleccionar? Le pregunté porque sólo podemos salvar a unos pocos.
Rescata a aquellos que creyeron en una vida mejor, que vieron al espacio y quisieron saberlo todo, quienes en vez de esperar arrodillados se pusieron de pie, quienes en vez de elevar sus manos al cielo las pusieron a trabajar para llegar a éste. Salva, Gabriel, a aquellos que nunca creyeron, a aquellos que ven las estrellas que están aun más lejos que El Cielo.

martes, 22 de marzo de 2011

Pero Tardé Demasiado En Verte


 Rincón de los Relatos

Cuántas veces habré hablado de Céline, frente a mis amigos, conocidos, incluso desconocidos, la soñaba durmiendo y la imaginaba despierto no había tonada sin su voz, colores sin sus ojos, brisa sin la suavidad de su piel. ¿Qué pálido te ves, estás enamorado? No, estaba enfermo, desquiciado me arrancaba los pelos tan sólo al verla y rasgaba las murallas al oírla hablar, todas las botellas con su perfume, todos los tacones con sus pasos. Ella, encantadora y coqueta, llevaba mi rostro con sus dedos y de ahí todo era ella, para ella, flores, poemas, risas y cantos, deshacía mi vida tratando de conseguir un segundo de su mirada que para mí era un siglo, una palabra que para mí era una novela romántica. Y sólo de Céline hablaba y entre amistades y colegas se convirtió en leyenda.

-¿Cuándo la vas a invitar a salir con nosotros?- pedía Tomás ansioso por ver el rostro de la tan contada historia.
-Espero algún día acepte venir- le dije inseguro.
-Al menos deberías traer una foto- se conformaba Pilar.
-Espero algún día tener su foto- respondí anhelante.
-Bueno y ella, ¿siente algo por ti?- preguntó Tomás.
-Ella es un ser del todo caótico, del todo confuso- le dije mirando al cielo.
-Vaya sí estás perdido- concluyó Pilar.

Así era ella un día el drama y al otro la comedia y era un vaivén terrible, me desanimaba y me daba esperanzas, me tiraba al suelo y me levantaba, desaparecía su reflejo del espejo y aparecía en el de una ventana y vivía embriagado, incapaz de guardar secretos y todo el mundo atestiguaba mi torpe lucha mi inútil pelea por llegar a las nubes en un solo salto. Porque Céline, eras así, te gustaba dejarte querer y nunca querías ¿o sí? yo creía a veces y a veces no, tal vez si tenía paciencia, si te hacía caso en todo y te estabas divirtiendo conmigo lo sabías todo me leías como los gitanos al tarot revelado ante ti con las cartas descubiertas. Para ti Céline fui el juguete de moda al que luego dejaste tirado en el patio junto a la casa del perro.

Y el mundo me vio derrotado, después de haber gritado Céline a todas direcciones, todos miraban mis ojos sin vida y lo sabían y entre risas y alientos comenzaba a ver la vida de nuevo.
-Tranquilo hombre, ya tendrás mejor suerte- decía Tomás sin encontrar mejores palabras.
-A lo mejor no era para ti, así de simple- opinó Pilar.
La escuché y la miré. Si Céline era alta, ella era baja, si Céline era rubia ella morena, si Céline usaba falda ella pantalones, eres una mujer tan diferente en todas las dimensiones posibles y nunca te había visto porque todo era Céline y para peor tú conoces toda su historia y traté, te lo juro, de acercarme a ti pero sabías todo sobre Céline y su leyenda y todos los capítulos. Pilar es la mujer más hermosa del mundo dónde estaban mis ojos que no dejaron pasar su luz blanca con motas rosas y a su rostro más allá de mi pobre semántica, pero tú me sonríes y me dejas en claro con esa indiferencia terrible, no seré otro clavo e insistes testaruda que te usaré como escape.

Yo creería lo mismo.
Perdí a Céline por Céline, a Pilar por Céline.
Arranco el motor del auto a medianoche.
Haciendo estallar las bujías deseando volar.
Di una última mirada por el espejo.
Pilar me mira y no seré tu clavo.
La carretera está vacía a estas ¿qué hora?
Está repleto de árboles, un camino de tierra.
Aparecen fantasmas en el polvo.
De Céline que apuñala a Pilar.
La quiero ayudar pero no se deja.
Pilar me mira y no seré tu clavo.
De Céline que apuñala a Pilar.
Ni el camino ni la gasolina se agotan.
Atrapado por no verte a tiempo.
De Céline que apuñala a Pilar.
Eres la mujer más linda del mundo.
Pilar me mira y no seré tu clavo.
De Céline que apuñala a Pilar.

jueves, 17 de marzo de 2011

Marea

Rincón de los Relatos

Le apretaba levemente el casco pero le gustaba así, le ayudaba a la concentración a tener más firmeza a la hora de tomar los controles y sobretodo accionar el gatillo. ¿Estás listo ‘Catch’? asintió con pulgar arriba y la cabina quedó cubierta por la cúpula de flexiglás de frente al impulsor de escape que lo expulsaría al espacio desde la estación apenas dieran la orden. ‘Catch’ movía la cabeza en círculos y recitaba un antiguo poema aprendido de su madre cuando pequeño.

-No nos dejaremos intimidar por nadie, debemos atacar de inmediato señores- aconsejaba el representante de Pictor sentado al extremo derecho del parlamento de los ochenta y ocho.
-Por favor hay que mantener la calma y mostrar mesura tal vez podamos salir de esto sin violencia- decía el enviado de Corvus sentado más al centro.
-Nunca estoy de acuerdo con el representante Pictor pero esta vez debemos actuar, hemos sido demasiado pacientes- apoyaba sorpresivamente el parlamentario de Aries sentado al extremo izquierdo.
-¡Ya basta de esta piedad absurda, tenemos el poder y debemos aprovecharlo!- gritaba Fornax encendiendo el ánimo de los demás.
-¡No perdamos la calma!- rogaba Libra.
-¡Suficiente, ataquemos de una vez!- sentenciaba Sculptor.

Las manos le temblaban y trataba de calmarlas apretando fuerte el timón. Nos doblan en número ‘Catch’ debes estar concentrado y tomó un par de píldoras de su bolsillo y las tragó sosteniendo el aliento largo rato, tratando de disfrutar el momento exacto del dopaje. Miraba hacia el lado e hileras interminables de pilotos reteniendo la respiración, todos frente a su impulsor de escape, esperando al milagro de la paz, al de la sobrevivencia, al morir sin dolor.

-¡Atención, atención señores representantes!- el presidente de los ochenta y ocho llamaba por el altavoz y de inmediato los ánimos calmaban y volvían a sus asientos. –Me informan que nuestras tropas están listas para atacar, sólo esperan nuestra resolución.
-¿Cómo que listas? nadie ha dado la orden de alistar tropas- reclamó Auriga.
-No hay otra solución- decía Indus calmadamente, -quieren invadir ese planeta a como dé lugar y no podemos descuidar nuestra soberanía.
-¡Por las estrellas Indus!- clamaba Piscis, -ellos necesitan un planeta forestado para vivir y nosotros se lo estamos negando.
-Espero no estés hablando en serio- le respondió junto con las miradas inquisidoras de casi todo el hemiciclo.
-Ni siquiera tenemos intenciones de colonizar ese lugar- se defendía Piscis, -por qué no entregarlo bajo nuestra vigilancia permanente por supuesto.
-Ninguno de nosotros tiene la culpa de que recién se les haya ocurrido explorar el espacio- argumentaba Norma, -la galaxia nos pertenece a nosotros ahora.

Las esclusas se abrieron y el impulsor lanzó la nave de ‘Catch’ al espacio. Frente a él un hermoso planeta, verdeazulado, atmósfera limpia, brillaba ante la luz de su estrella reinante asomada por uno de sus bordes. Tenían orden de no atacar pero no podía evitar mirar a su enemigo. Una gran nave nodriza rodeada de un enjambre de otras más pequeñas esperaban silenciosas y estáticas en una formación que recordaba a ‘Catch’ las olas del mar frente al cual vive. Allá estaban sus hijos jugando a construir castillos de arena y su esposa tendida sobre su espalda tomando el sol desde muy temprano, ella se levanta de pronto y saluda a ‘Catch’ y lo llama “ven” se lee en sus labios y él mueve los brazos y le dedica una sonrisa.

-Ochenta votos a favor, ocho en contra- resumía el presidente, -Se dará entonces la orden para iniciar la ofensiva- se escucharon aplausos y gritos de victoria que opacaron el tímido reclamo de los opositores.

La marea comenzó a subir y no quedaba opción, su mujer horrorizada corría escapando de las olas con sus dos pequeños en brazo “ayúdanos” se leía en sus labios mientras corría a tropiezos. Y en vez de bajar a la playa a socorrerlas ‘Catch’ hizo su trabajo y navegó directo a las olas y descargó toda su furia contra ellas.

-Debes admitir que no tenías posibilidades de ganar esta moción- Carina tocaba el hombro de Lyra en señal de amistad.
-Pensé que podíamos llegar a un acuerdo pacífico la idea de Piscis no era tan descabellada- respondía mientras salían del edificio del parlamento.
-Bueno todo está resuelto ahora te propongo vayamos a beber algo con clase-
-Vamos, un buen trago nunca está de más- admitió Lyra.
-Estamos en mi constelación amiga mía- recordó Carina- debes probar el “Canopus” es un licor excepcional.

¿Viste eso ‘Catch’? qué inútiles serán más pero muy torpes, escuchaba por el radio mientras él mismo comprobaba cuán fácil era derribar a los enemigos rendidos ante su poderío. Cuántos iban ya, qué importaba. Verlos estallar le resultaba embriagador y su ego crecía y ejecutaba quiebres, saltos y deslizamientos y esa burla enfadaba a los enemigos ahora más descuidados y estallaban aun más fuerte, aun más coloridos, ¡qué maravilla, qué sed!

-¡Hey muchachos!- llamaba Carina ya algo ebria, -¡vengan a beber con nosotras!- y notó que Lyra estaba de pie a duras penas en el escenario tratando de atinarle al karaoke -¡miren eso!- y los recién llegados se sentaban a la mesa del bar y aplaudían a la representante de Lyra que cantaba y bebía, cantaba y bebía.

El espacio estaba libre de moscas y ‘Catch’ y sus aliados concentraban metralla y en la indefensa nave nodriza, el último escollo de la inminente victoria. ‘Catch’ se plantó al lado de la gran nave y de frente se deslizó ante ella recorriendo con la vista el ventanal de cientos de metros donde veía los rostros espantados de una sociedad rendida y desolada. Ancianos, mujeres, niños, había de todo y cuando ‘Catch’ completó el recorrido esta vez volvió a dar la vuelta pero descargando todo el metal balístico restante y miles de cuerpos inertes eran succionados por el vacío y el mar se recogía llorando y dejando la playa repleta de peces moribundos y algas descoloridas.

-Alguno… alguno se acuerda qué mierda votamos esta mañana- preguntaba el parlamentario de Grus echado en su silla.
-¿Tal mala memoria Grus?- reía Lyra de vuelta en la mesa- ustedes mandaron a la guerra a unos pobres soldados.
-Unos cuantos disparos no les harán mal- opinó Lacerta botando su vaso sobre sus piernas.
-¡Mira lo que hiciste ebrio imbécil!- reía Carina reventando al grupo en risas mientras Lacerta desesperado pedía al mozo otro trago.
-¿Mañana hay alguna votación?- preguntó Carina de pronto preocupada.
-Una tontera de regulación cambiaria- contestó Lacerta.
-¡Qué aburrimiento! Bueno si faltamos los cuatro a nadie le importará- opinó Lyra alzando la copa y obteniendo inmediato apoyo de sus compañeros representantes.
-¡Salud!- dijo Carina –por el delicioso “Canopus” y porque a esta altura ya ganamos la guerra.
-¡Salud!-

Las naves de ataque regresaban a la nave base luego de dejar un cementerio de metales y carne listo para el trabajo de los eficientes escuadrones de ‘steriles’ que ahora salían expulsados de los impulsores de escape. Rápidamente cubrieron todos los lugares de batalla y con los pulsos láser desintegraban toda materia sobrante de la pelea con eficiencia tal que en sólo unas horas dejaron al espacio reluciente como si nunca hubiese ahí sucedido perturbación alguna.