OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

miércoles, 21 de abril de 2010

Travesía

Rincón de los Relatos

Sigo acostado a pesar de haber despertado hace rato, las luces apagadas y mi cama apoyada en el ventanal que hace de pared. Incontables estrellas y galaxias son suficiente paisaje para quedarse embobado, imaginando conexiones y formas y cuántas historias puedan florecer al observar lo infinito. - Nada más aburrido que estos viajes eternos - dice Valent estirando los brazos por tedio – la misma vista una y otra y otra vez te hacen pensar que no avanzamos nada – y en general termina maldiciendo o golpeando un objeto cercano.

Eso de “no avanzar”, eso es en realidad. Recorremos el espacio a más de 300 millones de kilómetros por segundo pero las estrellas están a una distancia inimaginablemente más lejanas y entonces se quedan ahí, pegadas ante tus ojos, mofándose del pobre intento humano por recorrer sus dominios. La diferencia del mundo estelar con el mundo humano, las estrellas se ríen de ello. Cada una espera su turno para moverse un centímetro en el firmamento mientras un peatón embiste la esquina contraria como un toro cegado por el rojo intenso, celebrando al final su éxito, aquellos segundos en que ganó unos metros mientras en un pestañeo las estrellas transfiguraron por siempre el universo. Y aún no se mueven.

La nave es inmensa pero no importa cual ventana escoja las estrellas son siempre las mismas, las ventanas son las mismas. Yo soy el mismo. Es una sensación única, destruida por la opacidad planetaria, la gravidez inmutable, la humanidad innegable. En un día se recorren constelaciones completas, cúmulos de conformismo, alteraciones múltiples sin tiempo para entenderlas, me convierto en un mecanismo con propulsores de velocidad crucero ¡clic, clac! tarea completada y un estallido destruye una galaxia que requería tan sólo una distracción sináptica para descubrirla, recorrerla, entender la magia de la energía conectada a nada.

Pero no acá, no mientras se atraviesa el espacio. Qué ganas de salir expulsado por la escotilla y quedar varado mientras en micromilésimas de segundo desaparece el último objeto móvil a la vista y soy sólo yo y la nada y las estáticas luces eternas y el tiempo comienza a seguir también ese ritmo y quizás respirar ese aire sin esencia sea el sentido de todo. Ya no necesito nada. Al fin sé porqué vivir.

1 comentario:

andrew!ta dijo...

jajaja creo que nadamas entre tu y yo nos leemos, jajaja esta bien ay que ser solidarios! jaja bye!
hay nos leemos