Rincón de los Relatos

“Hoy es el día en que la humanidad al fin conquista su sueño de reducir la galaxia a la palma de su mano”. El centro de control de la estación transmitía para todas las naves asistentes, sus ocupantes, para el resto de la galaxia. Una vez accionados los cañones generarían decenas de agujeros de gusano conocidos como los “Agujeros de Etivé”. Ellos serían capaces de transportar naves a cualquier punto de la galaxia según los mandatos de la estación. De resultar las distancias entre un lugar y otro pasarían de millones de años luz a cero.

Lentamente las naves eran atraídas al centro de la anomalía indefinida, como una espiral a la muerte o quizás un destino peor y se acercaba no sólo para ellos: todo lo conocido sufría el mismo destino. “¿Qué hemos hecho?” se preguntaban unos a otros. De golpe los agujeros se convirtieron en voraces fieras sedientas de venganza y arrastraron todo a una velocidad que hizo retroceder el tiempo y entonces la alucinación.



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