OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

sábado, 8 de marzo de 2008

La Loca Historia Para el Día de la Mujer

El Rincón de los Relatos
Hoy, 8 de Marzo, es el día de la mujer y como sé que sólo reciben un saludo, un poema trillado o rosas cliché en este día yo les traigo esta historia sobre un par de machistas espaciales que no soportan ser comandados por una mujer. Pura acción y diversión.
Sígan también las historias de Sofía Virgo, la más astuta de todas, y de "Mami Tere", nunca es tarde para amar lo que haces.

Intro:
Las hiperpistas son rutas interestelares de navegación hiperespacial. Entre dos sistemas cualquiera una nave puede seguir el programa de “saltos” trazado los cuales han sido elaborados con absoluta eficacia y eficiencia. Es la ruta más rápida, es la ruta más segura. Pero no siempre han existido. Antes sólo expertos en galactografía podían pilotar controles hiperespaciales por lo difícil que es calcular un salto. Así grupos de exploradores decidieron comenzar la aventura de trazar estas rutas que han significado uno de los más grandiosos avances de la historia de la humanidad. Esta es una de esas historias.


MALCHIK-WAY

La Astros, una nave de exploración de última generación, tenía la misión de trazar la denominada Malchik-way, la hiperpista más importante para la constelación Telescopium por ser la que uniera los dos planetas más grandes y la única conexión directa con la hiperpista Suprema, la conexión con Tierra y Karyonte.
Pero además esta misión poseía otra particularidad: Kyra Renova era su capitana, la primera mujer a cargo de una nave en la historia de la humanidad. Desde tiempos sin fechas a las mujeres no se les permitía siquiera subir a un navío, cuando las mentes maduraron las mujeres subieron a las naves pero siempre bajo el mando masculino. Eso hasta la misión de la Astros, una en que los comandados no tenían tanta confianza en el éxito.
- Renova otra vez cambió el curso – cuchicheaba Ulises Hamilton, astrónomo, a su compañero Julius Tardell.
- No puedo creerlo – le respondía el ingeniero mecánico. Nuevamente descargaban su desaprobación bebiendo licor sentados en la sala de descanso de la nave.
- ¡Nunca terminaremos esta maldita misión y todo por los caprichos de esa estúpida! – Ulises estaba agotado de las aparentemente erráticas decisiones de Kyra.
- Es cierto, me da la impresión de estar dando vueltas en círculos desde hace semanas y cada vez que le pregunto cuanto hemos avanzado me sale con una evasiva – Julius siempre desacreditaba a Kyra tanto como pudiese pues ya detestaba el hecho de ser comandado por una mujer.
- Para colmo – añadía Ulises – Vanesa parece estar coludida con Kyra sino no comprendo como permite que estemos técnicamente varados en el espacio – se quejaba contra la otra mujer a bordo, galactógrafa de la tripulación y muy cercana a la capitana Renova.
- Nos va a matar, eso va a pasar – sentenciaba Julius bebiendo su trago al seco y casi quebrándolo al golpearlo contra la mesa.

Pasaron cinco semanas de eternidad, de evidentemente estar siempre haciendo círculos en el espacio. La impaciencia ya carcomía los cuerpos de Ulises y Julius quienes constantemente interrumpían en la cabina a Renova y Vanesa.
- ¡Capitán! – se refería Julius con masculinidad hacia Kyra no sin la intención de provocarla.
- Señor Tardell, otra vez por acá. Veo que todo sigue en orden en la nave sino usted no tendría tanto tiempo para divagar – contestó hábilmente Kyra con su astucia habitual. Julius tuvo que contar hasta diez para no perder el control.
- Hace tiempo a Hamilton y a mí nos tiene preocupados como usted conduce la misión – planteó con respeto pero aun así desafiante.
- ¡Oh! por favor dígame, las dudas de la tripulación son un deber para mí responderlas – contestó la capitana sin perder su elegante compostura.
- Hemos notado que damos vueltas en círculos desde hace más de siete semanas. Queremos saber porqué – y la miró a los ojos como si de una batalla campal se tratara.
- Señor Tardell – se refirió con amabilidad incluso, si cabe decir, con ternura – verá, se lo explicaría pero los asuntos de navegación son complicados y no creo que usted pueda comprender del todo las razones- y remató con un punzante – dedíquese a las reparaciones será mejor. Puede retirarse- Absolutamente incrédulo y avergonzado por las risitas de Vanesa que todo el tiempo estuvo atenta, dio media vuelta y se retiró indignado a la cabina de Ulises Hamilton.

- ¡Esa maldita! – blasfemaba Ulises – no sabe lo que hace, esta perdida y lo encubre con su fachada de navegante segura – concluía con cizaña.
- Como lo veo no tenemos alternativa Hamilton – ambos callaron como no queriendo realmente planear lo que estaban a punto de discutir – debemos tomarnos la Astros-

De inmediato bajaron a la sala de maquinas y cada uno se armó con un martillo de repetición y se dirigieron sigilosamente a la cabina de la nave. Allí, frente a la puerta, encendieron los martillos, los levantaron tal cual espadas y patearon la metálica puerta que se abatió violentamente, tanto como lo fue la entrada de los amotinados.
- ¡Ya ha sido suficiente Renova! – gritó Ulises Hamilton que entraba primero y amenazante.
- ¡No se mueva, desde ahora estamos a cargo! – ordenó Julius Tardell con un sabor a victoria contenida en su boca.
- ¡Señores! – impresionantemente ni Kyra ni Vanesa parecieron inmutarse con la entrada piratesca de los otros dos. Es más, les dieron la espalda en todo momento como si ignorasen su presencia - ¡Señores! – repetía sin voltear la vista – si necesitan algo con urgencia deberían pedirlo con más serenidad, soy su capitana recuerden – y siguió en su trabajo como si nada.
- ¡¿No escuchaste perra de...!? – Vanesa se volteó esta vez, no iba a permitir aquella insolencia.
- ¡Escúchanos tú ahora si no quieres que tus sesos se vuelvan polvo espacial!- y apuntaba hacia Hamilton con una electropulso, bastante más efectiva y rápida que el arma sostenida por los renegados. Entonces Kyra dejó de darles la espalda.
- No puedo creer que me hayan asignado científicos tan incompetentes como ustedes, hasta el cocinero a bordo sabe que es vigilado por cámaras de seguridad constantemente – Kyra les hablo calmada, sabiendo que así llevaría la humillación de sus pares masculinos al borde de la histeria.
- ¡Además son unos descerebrados! – les gritaba Vanesa - ¡miren por el ventanal hacia la derecha y díganme qué ven! – los hombres obedecieron impulsados más por el medio a la electropulso que por curiosidad.
Así la imagen de decenas de estrellas fugaces, ordenadas, constantes, rítmicas, pasaba ante sus ojos. Perplejos comprendían como su misión se completaba sin que ellos tuvieran idea cómo pasó.
- Así se ve la Suprema a 400 mil kilómetros de distancia. Misión cumplida tripulación – decía la capitana orgullosa mientras a sus ojos las estrellas fugaces se convertían en naves navegando a velocidades imposibles por un trayecto similar al que ella acababa de dibujar.
- Pero... estuvimos dando vueltas en círculos todo el tiempo – Tardell no se explicaba cómo estaban ahora frente a la misión terminada.
- ¡Hombres! – Vanesa ahora reía y guardaba el arma - ¡Ineptos y encima ignorantes! – ya se burlaba a esta altura – su lógica masculina, esa de ir siempre hacia delante, de no detenerse a observar, una sola meta – recitaba.
- Claro que íbamos en círculos señores – continuó la capitana – pero íbamos trazando una espiral – y con su dedo índice dibujó círculos imaginarios que bajaban hasta llegar a la palma de su otra mano.
- ¡Pudimos terminar semanas atrás en línea recta! – protestó Hamilton.
- Es verdad – admitió Kyra – pero nos hubiéramos perdido toda la diversión de su patética planeación, de su heroica entrada sosteniendo martillos como los brutos y de sus rostros humillados al ser derrotados por sus femeninas compañeras -

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