Alguna vez el hombre imaginó el futuro como ciudades repletas de fábricas y chimeneas humeantes, una época donde son pocos los privilegiados azotando al resto de la humanidad a la miseria más paupérrima. Después pasamos a compartir el mismo y cruel destino, un mundo sin agua, con la radiación flagelando nuestras pieles, arrastrándonos por un pedazo de comida, todo culpa o de las guerras o de la sobrexplotación del medio ambiente. ¿Cómo tanto pesimismo? claro, con ese pensamiento es lógico terminal así de mal. Pero lo que no sé es de dónde sacan esas ideas porque si abrieran los ojos a lo que la humanidad hace hoy. Sobretodo por los edificios que contruye como el City Hall de Londres.
Acostumbrados a imaginar un Londres representado por estructuras victorianas, el Arquitecto Norman Foster (premio Pritzker en 1999) diseñó el que hoy es el fantástico edificio de la Municipalidad de Londres (London City Hall) emplazado junto a cafés, tiendas, oficinas, estruturas que juntas han revitalizado un espacio sin explotar urbanísticamente por muchos años. El edificio alberga diez pisos distribuidos en una contrucción de formas esféricas con la intención de máximizar el uso de la luz natural. Con esa intensión la mayor parte de la estructura se inclina hacia el sur para no recibir la luz de manera directa y hacerse sombra a sí mismo la mayor parte del día. Esas medidas y el uso de las aguas de río Támesis para ventilar el sistema de enfriamiento, logran en conjunto reducir a 1/4 el consumo de energía respecto a si se utilizaran los sistemas tradicionales.
El interior se caracteriza por una vertiginosa escalera en caracol creando concordancia con las formas del diseño exterior creando una magnífica obra moderna, de aires futuristas y renovadores para la ciudad de Londres.
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