"Una vez que salgas, vas a estar ganando mucho billete, pero mucho" le decía un profesor a una ex-alumna sobre su futuro luego de un doctorado. Ella se veía poco convencida de hacerlo pero el profesor le insistía con la única y más poderosa herramienta de convicción "te van a llamar de todos lados, billete te va a sobrar". Ese mismo profesor se sentó frente a mí y a un colega quien consiguió un nuevo empleo. Pensé que estaba feliz de haberla conseguido, me refiero a esa felicidad sin explicaciones, esa que proviene de un lugar oculto en uno mismo. En vez de eso los comentarios fueron en torno a aquel magnífico tesoro. "Yo hubiera preferido que partieras ganando más pero esta bien, después ya irás ganando más" decía el profesor. "No importa porque me prometieron bonos de hasta 6 veces el sueldo", "¡Ah! excelente entonces, estas listo" a ambos les brillaban en los ojos un verde opaco, sin trascendencia. "Me voy a comprar al tiro la Toyota", "Y llevai a tu novia a Buenos Aires, ahí ella sabe que tiene que tirar toda la noche" y ¡vaya! cómo reían con dientes de oro y resfregándose las manos repletas de billetes. Ni mi hermana chica con sus regalos de cumpleaños se había visto tan contenta como estos dos contando fortunas y futuros en dólares.
¡Plata! dónde estará su poder, el que vuelve locos a todos, el que transforma en seres babeantes y reptantes, ojos dilatados. ¡¡Plata!! es tal su magnificencia que nada es imposible con ella. ¡¡¡PLATA!!! medidora exclusiva del éxito, de la felicidad. Y me reí en aquel momento de en qué te convierte la ambición por el dinero, colocarlo primero en la lista. Y me entristeció recordar que el mundo entero se dirige hacia allá.
¿Iré yo hacia allá? me pregunté de inmediato y hace mucho tiempo que ya no es así, lo fue y por eso lo puedo reconocer. Pero todos lo creen de todas formas, a estas alturas de la humanidad es un objetivo que se da por sentado.
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