OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

miércoles, 27 de junio de 2007

El Rey de los Patéticos

Desván Para Pensar
Yo no sé por qué tengo esa habilidad tan especial de ponerme en ridículo, si bien no tan seguido, siempre de manera tal que el nivel de patetismo y humillación resultan tremendamente hilarantes para todo ser vivo de este planeta, incluyendo gatos.

Eso si, es peor cuando no es casualidad sino cuando es el resultado de un acto plenamente conciente. Por ejemplo autoridiculizarse vía e-mail. Es la segunda vez que este tipo de autohumillación me pasa. La primera vez resultó más bien mal pero lo sabía, estaba bastante más enterado de lo que escribí aquella vez así que la autohumillación en realidad fue moderada.

Esta última en cambio... creo que patético es el mejor adjetivo que describe el contenido de ese mail, que por supuesto no revelaré acá. No es la idea que esto se haga público, no llego (aun) a esos niveles de autoflagelación.

Me siento como un tarado. Estoy cada vez haciéndole menos caso a mi cabeza y supongo que es culpa de haberme convertido en un escritor.

No estoy bromeando, antes de eso me dedicaba a ver la vida como una línea recta. Siempre cumplir, tener como meta el clásico "estudiar una carrera - tener una buena familia" y hacía allá iba. En realidad tomo como punto de referencia el primer cuento que escribí (uno contra el machismo, de los pocos que realmente me gustan) pero son unas cuantas cosas más que por cierto las tengo bien claras. Eso ayuda.

Ahora estoy más en las nubes que con los pies sobre la tierra, casi siempre me acuerdo de lo que sueño incluso en esas seudo-siestas entre despertar y levantarse, ya no me preocupa tanto el futuro y, por si no lo mencioné, hago cosas que me dejan como un patético.

Estoy seguro que si fuera el de antes jamás hubiera hecho una atrocidad como enviar este mail. Seguro que la receptora tampoco tendría una nueva y patética imagen de mí y seguro de que no habría quedado en una posición tan incómoda como la de ahora. Simplemente para la risa.

Si estas son las consecuencias de dejar de calcular las cosas, de seguir la misma meta que todos, entonces: ¡Llámenme EL Rey De Los Patéticos! ¡Oh salve rey! ¡Orgulloso, siempre digno!... bueno no siempre, casi nunca.


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