La fila para entrar al estreno era inmensa, desde que se anunció “Caos en el Espacio” no sólo los jóvenes parecían esperar este día con ansias como si fuera el más importante del año. Muchos adultos y pequeños niños esperaban su turno porque para disfrutar de la acción del cine interactivo no necesitas más que un par de brazos y piernas coordinadas con una mente hábil.
Al fin llegaba mi turno. La sala es al estilo de un gran teatro con alrededor de 250 ocupaciones para los jugadores y palcos gratis para espectadores. Todo apuntando a una enorme pantalla dividida en 9 secciones y arriba de ellas una décima pantalla donde se muestran constantemente las variaciones de puntaje y otros pormenores del juego. Además cada espectador puede conectarse con su placapantalla y ver cualquier ángulo e información del juego que quiera. Servicio disponible para los jugadores también desde sus propias terminales.
Por suerte me tocó entrar de los primeros y me senté en la ubicación “33” que me ha traído buena suerte. Luego me coloqué el casco virtual y acomodé los controles, un timón de vuelo con 6 botones de tiro, una palanca de aceleración a la izquierda, la palanca de aceleración vertical a la derecha y los pedales de propulsión, cuatro de ellos tal como habían anunciado en la publicidad, a mis pies.
“Bienvenidos a Caos en el Espacio, el primer juego de guerra espacial todos contra todos” anunció una voz femenina y agradable al comenzar. Me vi súbitamente sobre una nave espacial. Estaba estático y en una posición que me permitía ver a cada uno de los jugadores y todos ellos a mí. “Cada acierto les dará un punto, un acierto en la popa les dará cinco puntos y destruir a un contrincante quince. Perderán puntos bajo el mismo esquema si son víctimas de cada evento. En esta aventura ustedes están solos, sus enemigos: todos menos ustedes” entonces la nave comenzó a pilotar en automático y a girar suavemente al igual que las otras. Una pantalla nos mostraba la cuenta regresiva.
El juego comenzaba. El ambiente parecía realmente infinito y las sensaciones de movimiento perfectas. Si palpabas podías sentir el vidrio reforzado de la cabina y cada uno de los remaches del casco de titanio. En esta distracción inicial la voz femenina, ahora carrasposa por efecto del radio, decía “golpe al costado, menos un punto” estadística corroborada por una pequeña pantalla en la cabina. Lo del caos era absolutamente real. En una guerra donde 250 naves de las mismas características se tratan de derribar entre todas no hay otro resultado posible.
“¡Hey, Quasar!” uno de los jugadores llamaba por radio con mi alias del juego, “me parece que la clave es unirnos, podemos sacar una buena ventaja y después dividirnos” le respondí que era una gran idea y que al llegar a tener cien puntos de ventaja sobre el resto nos dividiríamos. Estuvo de acuerdo y luego dijo “a todo esto, soy Nova y me parece que al primero que debemos cazar es al puntero” propuso en una actitud risueña pero decidida.
Partimos en búsqueda del líder y lo despojamos de sus puntos sin mayor resistencia. Parecíamos coordinarnos de manera natural. Yo dejaba que me siguieran mientras ella quebraba hacia el lado contrario, una vez más cambiábamos dirección para dibujar una “O” pero yo iba mucho más adelantado para que ella se encontrara justo en picada con la mejor de las posiciones para acribillar el costado de la nave del líder. En esa confusión quedaba paralizado e inmediatamente presionaba los pedales de los propulsores laterales y giraba sobre mi eje en 180 grados para mutilar la proa del objetivo. Lo increíble es que ambos sacábamos exactamente el mismo puntaje en cada enemigo. Lo hicimos así con cada jugador que tomaba el liderazgo hasta quedar nosotros líderes para pasar a hacer lo mismo con los que iban en tercer puesto.
“Eres un gran piloto Quasar” me felicitaba mi compañera y le respondía yo de la misma forma. No nos dimos cuenta cuando llegamos al puntaje que pactamos porque dejamos de observarlo. Ninguno sentía interés por llevar la cuenta, simplemente nos dedicábamos a encontrar a la nave rotulada con un “3” y la perseguíamos sin descanso hasta atinarle el último golpe. Nuestros trazados dejaron de ser la clásica “O” y los aprendidos zigzag sino que se volvieron giros y quiebres arriesgados sin embargo certeros y armoniosos. No tenía como saberlo pero intuía que las placapantalla de todos los espectadores estaban atentos a nosotros y a nuestro espectáculo. Dentro de todo el caos de la batalla podía verse la imagen de nosotros y nuestras pulcras y concertadas maniobras. Una calma destellante impensada.
Al juego le quedaban diez segundos, anunciados por la voz anfitriona en una cuenta regresiva. Destruimos al último enemigo y ambos giramos verticalmente y nos detuvimos por completo (y casi de inmediato, un movimiento difícil dada la inercia espacial) mirándonos frente a frente. Era la primera vez que la veía. Sus ojos celestes refulgían y traspasaban la opacidad del casco simulado y del mismo espacio, fueron ellos quienes me paralizaron y me dejaron sin poder apretar el gatillo. Pero ella tampoco disparaba, era cosa de arrojarme un haz de energía y ganarse el punto que necesitaba para ser la vencedora.
Bruscamente volví a encontrarme sentado en el puesto 33 del cine interactivo envuelto por los aplausos de los espectadores y del resto de los jugadores. Yo me saqué el casco virtual con rapidez y miré para todos lados sin atender a los vítores. La buscaba pero no la encontraba y cuando los jugadores empezaron a retirarse de la sala temí haberla perdido para siempre. Cuando pensé que estaba solo una mano se posa sobre mi hombro “Excelente trabajo Quasar, deberíamos volar juntos más seguido”. Me es imposible describir la alegría que sentí al ver esos ojos celestes de nuevo, poder mirarlos y responderle “Nova, si es por mí volemos juntos por siempre”.
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