OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

miércoles, 30 de abril de 2008

Sofía Virgo en: El Primer Número

Rincón de los Relatos

Sofía corrió a la casa de Francisco, a dos casas de la suya, que sonaba desesperado al teléfono aunque ella corría por la ansiedad de enfrentarse a un nuevo misterio. Ni siquiera alcanzó a tocar la puerta cuando Francisco empujaba a Sofía adentro de su casa.
-Estoy desesperado – confirmaba con su actitud el tono de voz al teléfono.
-Ya, relájate un poco eso sí – insistió Sofía casi susurrando.
-¡Desapareció! ¡Mi número uno desapareció! – gritaba ignorando el consejo de la detective del barrio.
-¿Tu número uno? –
-¡El primer comic de Linterna Verde! ¡me robaron el número uno! – seguía exasperado.
Ahora comprendía Sofía porqué Francisco estab7a vuelto loco. En el barrio y en el colegio es conocido por su fanatismo por los comic y todo lo relacionado con ellos. Siempre habla de sus colecciones y sobretodo de los primeros tomos que posee.
-¿Estás seguro que no lo perdiste? – Sofía hacia la pregunta más por rigor que por real duda, ella sabía que Francisco no perdería jamás algo como el primer número de Linterna Verde.
-¡Cómo se te ocurre preguntar algo así! – recibió una merecida respuesta.
-Lo siento, esta bien. Ven, siéntate acá y cuéntame todo lo que pasó ¿está bien? – Sofía lo invitó al sillón de la sala de estar. Al fin Francisco parecía en sus cabales.
-Anteayer estaban mis amigos, Rubén y Sergio, pasaron la tarde acá. Compartimos la misma afición así nos juntamos siempre a revisar nuevas adquisiciones y a comentar cosas de coleccionistas. Ya entrada la noche decidimos quedarnos a dormir en la casa de Sergio (mi vecino de al lado). Llevábamos una hora en su casa cuando Rubén recordó que había dejado su celular en mi casa así que fue a buscarlo –
-¿Fue solo? – interrumpió Sofía.
-Si, fue solo, confiaba en él ciegamente – aclaró.
-¿Para que me llamaste entonces? Me parece el único sospechoso probable – preguntó Sofía decepcionada al ver como se desvanecía un buen caso.
-Es que eso no es todo – se apresuró en decir Francisco – media hora después que llegó Rubén, Sergio recordó haber olvidado su billetera en mi habitación – A Sofía le volvían a brillar los ojos.
-Entonces – se adelantaba la detective - ¿me vas a decir que regresó él solo a tu casa y que luego volvió? –
-Tal como lo dices pasó – confirmó el coleccionista.
-La verdad me parece una tremenda y desafortunada coincidencia sin mencionar la extraña forma en que todo pasó – Sofía estaba impresionada como pocas veces ante un hecho misterioso.
-¿Tus amigos saben que tu número uno desapareció? – preguntó intrigada.
-Si, los llamé antes que a ti para que estuviesen acá y les puedas sacar la verdad –
-¡Ah! vaya astucia, algo has aprendido – reía Sofía orgullosa de su amigo en el momento justo en que llamaban a la puerta. Los dos amigos llegaban juntos y con sus rostros tan preocupados como el de la víctima.
-¡No puedo creer que haya desaparecido el número uno de Linterna! – exclamó de entrada Rubén.
-¿Cómo fue que perdiste algo tan valioso Francisco? – preguntaba Sergio espantado.
-El cree que uno de ustedes lo hizo – Sofía hacía su aparición con agudeza y sin anestesia ante los amigos coleccionistas. Ambos se miraron estupefactos, parecían sentirse profundamente atacados.
-No puedo creer que pienses que fue alguno de nosotros – le dijo Rubén a Francisco algo sentido. El dueño de la pieza perdida sólo se paró a abrir la puerta para luego volver a sentarse en el sillón y mirar al suelo sin decir palabra.
-El esta muy afectado por el robo, hablaran conmigo – dispuso la detective e inmediatamente partió preguntando para tomar el control del caso.
-Díganme ¿ambos conocían la existencia del número uno en poder de Francisco?-
-Por supuesto que si – respondía Rubén, - es uno de los ejemplares más valiosos de la colección de Francisco y nunca nos cansábamos de verlo.
-Es cierto – corroboraba Sergio – siempre al reunirnos le pedíamos a Francisco que sacara el número uno de la caja metálica de DC Comics.
-¿Desapareció la caja también Francisco? – Sofía se volvía al coleccionista afectado quien solo pudo negar desanimado con la cabeza.
-A ver – Sofía ordenaba su mente – Francisco me contó que estando en la casa de Sergio ambos reconocieron olvidar cosas en la habitación de Francisco. Primero fue Rubén quien olvidó su celular y luego Sergio quien olvidó su billetera. ¿Ambos vinieron solos, en ese orden, por separado y por esa razón a esta casa? ¿Es eso correcto?-
-Eso es exactamente como todo sucedió – reafirmó Sergio, Sofía miraba ahora a Rubén.
-Es cierto, olvidé mi celular y lo vine a buscar. Pero eso fue todo, tomé el celular y volví a casa de Sergio de inmediato – se defendió Rubén de inmediato.
-Sergio – la detective se dirigía a él directamente - ¿puedes recordar cuanto tiempo se demoró Rubén en ir y volver hasta tu casa? –
-Mmm... – Sergio calculaba – debieron ser unos quince minutos al menos – contestó finalmente.
-¡Quince minutos en ir y volver a la casa de al lado! – Sofía exclamaba con ironía dirigiéndose a Rubén.
-Bueno yo... me demoré en encontrar el celular – respondió nervioso.
-¡Oh, vamos! – la detective lo miraba directamente a los ojos, era imposible mentirle a ella cuando se trataba de un caso de misterio.
-¡Esta bien! ¡lo reconozco! – se rindió rápidamente – encontré mi celular de inmediato, pero me detuve para mirar y hojear la revista, el número uno de Linterna Verde – se veía algo arrepentido pero no por eso no dejó de defender su inocencia.
-Pero Sergio también vino para acá y se tomó unos largos quince minutos tal como yo lo hice – acusó de inmediato. Pero en vez de responder enérgicamente pareció callarse.
-No me digas que también te quedaste un rato para ver el número uno – Sofía trataba de adivinar.
-Si, así es... – la reacción no se dejó esperar.
-¡Traidor cobarde! – y si no es porque Sofía se interpone Francisco le hubiera descargado una lluvia de puñetazos a Sergio.
-¡Cálmate! ¡Espera un poco! – la detective llamaba a la paz.
-Sergio ¿no te parece demasiado obvio? – la detective lo invitaba a confesar.
-Sofía, pareciera que yo lo hice pero te lo juro por lo más sagrado que lo devolví a su lugar – el acusado casi lloraba al verse acorralado. La detective entonces, luego de pensarlo un rato hizo una extraña pregunta.
-Muchachos – rompía un silencio que se hizo eterno - ¿Quién les abrió la puerta cuando vinieron por sus cosas? – Los implicados dudaron un poco.
-A mi me abrió la mamá de Francisco – dijo Sergio.
-También a mi – siguió Rubén.
-Ya veo ¿Ella está aquí no? ¿podrías decirle que venga Francisco? – el coleccionista no entendía la razón pero después de todo era Sofía Virgo. Trajo a su mamá a la sala de estar sin preguntar.
-¿¡Qué hacen estos mocosos aquí!? – se enojó la dueña de casa al ver a Sergio y Rubén.
-¿Por qué tan enojada señora? – preguntó Sofía.
-¡Estos chiquillos le robaron a mi hijo, ya me contó todo aunque ya me parecía! – gritaba furibunda.
-¿De verdad cree que fue uno de ellos? – quiso saber la curiosa chiquilla.
-No fue uno de ellos, ambos fueron. Mi hijo me contó cómo pasó todo y es obvio que ambos se pusieron de acuerdo para mentir – Sofía quedó sorprendida por tal teoría. Se confesó culpable de no pensar en eso antes.
-¡Vaya! tiene usted razón, es una teoría interesante pero antes respóndame una cosa ¿Por qué usted dijo “aunque ya me parecía”? –
-Resulta que esa noche durmieron en la casa de al frente y cuando voy a la pieza de mi hijo en la mañana estaba todo desordenado, comics por acá, figuras de acción por allá. Mi hijo es muy ordenado y era obvio que algo raro había pasado- la mamá de Francisco parecía una verdadera policía en ese momento.
-Muy bien. Francisco – Sofía le hablaba al afectado – debo reconocer que este caso a resultado interesantes y desafiante pero a pesar de ello ya sé donde puede estar tu número uno perdido.

Hay muchas posibilidades en este caso pero aún así Sofía parece tener la respuesta. ¿Qué será del número uno de Francisco? ¿Dónde habrá ido a parar? Amigo Lector ¿puedes responder estas preguntas antes de continuar?

-Sé cómo pasó – alardeó Sofía Virgo, - lo que no me queda demasiado claro es el motivo – miraba entonces a la mamá de Francisco.
-¿Qué me preguntas a mí? estos chiquillos son capaces de sacarse los ojos por una de esas porquerías de comics – se quejaba la señora.
-Yo diría más bien que son capaces de vender sus ojos pero no de sacarselos. Los conozco a los tres de hace tiempo y la verdad no los creo capaces de robarse entre ellos – hablaba Sofía para todos.
-Pero usted – la detective seguía mirando a la madre de Francisco – no comprendo por qué le robó a su propio hijo – a todos les cayó como un rayo ante aquella petición de una explicación, ni siquiera sonó como a pregunta.
-¡Oye niña! ¡Cómo se te puede ocurrir que le robaría a mi propio hijo! – ahora si ardía en furia la señora de la casa.
-Yo tampoco se porqué pero si sé que usted lo hizo y le diré porqué lo creo – tomó aire y empezó sus conclusiones – Sergio y Rubén admitieron que vinieron solos a esta casa, a la habitación de Francisco, a buscar algo que habían olvidado. Coincidentemente ambos se tomaron un tiempo extra para admirar la revista en la tranquilidad de la soledad. Ahora, ambos también confiesan haber dejado la revista en esta casa lo que me dejaba sin sospechosos. Hubo entonces una coincidencia más: usted les abrió la puerta y por ende sabía de la venida de ambos y su extendida estadía. En un principio su propia teoría de una colusión entre ambos, Rubén y Sergio, me pareció la respuesta lógico fue entonces cuando usted cometió el error: Dijo que a la mañana siguiente encontró todo desordenado, comics y otras cosas esparcidas por toda la habitación –
-¡Claro que si, por culpa de estos rateros! – interrumpió la ahora nueva acusada con enfado.
-¡Claro que no! – le respondió Sofía imitando el tono – lo único robado es el preciado número uno de Linterna Verde y tanto Rubén como Sergio sabían donde lo guardaba Francisco. ¿Cómo explicaría entonces el desorden de la habitación ahora?- Sofía miraba desafiante a la mamá de Francisco esperando que se derrumbara. Y así pasó, su enojo desapareció de pronto y el silencio reinó de nuevo en la sala de estar de la casa de Francisco.
-Nunca hubo un desorden – Sofía rompió el silencio con una voz llamando a la calma – usted lo inventó para inculpar a los muchachos y armar una escena de robo perfecta – terminó la detective de aclarar el caso.
-Pensé que con eso mi hijo se alejaría de estos niños – confesaba la mamá de Francisco – él ha bajado las notas y se pasa todo el día con estos niños gracias a esa maldita obsesión por los comics – cerraba así el último cabo suelto del caso.

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