OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

domingo, 19 de diciembre de 2010

El Brindis de Los Vasos Llenos

Rincón de los Relatos

- Para ella no soy más que otro tipo en la oficina, se sabe mi nombre y ya.
- La carita compadre, yo creo que o te tomai algo más fuerte o te pegai una buena jalada – Carlos levantó la mano llamando al mozo, un flaco con cara de muerto y peinado engominado.
- Me tiene mal, no sé qué me pasa con ella, de verdad… un tequila socio y se trae unos limones y la sal -
- ¡Así se habla! Lo que es yo estoy harto de todo – Carlos miraba su vaso sucio, consciente pero indiferente. – Mi pega me tiene chato – confesó sin mirarnos.
- ¿Chato? Ya quisiera una pega como la tuya con buenas lucas – decía Alex con los brazos recostados sobre la mesa del bar mientras se ocupaba en jugar con los restos de cerveza esparcidos.
- Si pero me aburro viejo, no aguanto más te juro que me acuerdo de la oficina y me da sueño – y bostezó para reforzar su punto.
- Ustedes se angustian porque quieren – les dije finalmente tomando el sorbo de cerveza que me quedaba. – ¿Esta cuestión está sin gas o es idea mía?-
- Últimamente todo está sin gas –
- Y tú no… ¡ah, eso es, se pasó! – Alex se apoderó de la botella de tequila y nos rellenó los vasos mientras Carlos cortaba los limones con su propia navaja.
- ¡Un salud por nuestra vida de perros! – levantó Carlos su copa.
- Los perros no toman viejo –
- Por eso los hueones babean todo el día – reventamos de risa mientras chocábamos los vasos.
- ¡Aaaajjjj! ¡Qué rica esta cuestión viejo oh! –
- Deberíamos irnos a México a probar el verdadero tequila – dije mirando el vaso vacío como esperando que se llenara solo.
- Con qué ropa si nos gastamos todo en trago – dijo Alex llenándonos los vasos de nuevo.
- En eso tenís razón, pero no nos queda otra – agradeció Carlos la segunda ronda. - ¿y qué onda tú Darío? Te veo tomar pero no sé porqué –
- Esto es lo único que me motiva socio – le respondí mostrándole el tequila – todos los putos días me levanto a la misma hora, le veo la cara al mismo hueón en la pega, salgo cuando tocan la campana de salida, siempre a la misma hora y hasta el chofer de la micro siempre es el mismo pelotudo – miré a Alex y Carlos y parecía que teníamos ganas de llorar o de pegarnos un tiro.
- ¡Salud por Darío y su puta vida! –
- ¡¡Salud!! –
- Deberíamos hacer algo bien estúpido – Carlos apenas pudo decir esa última palabra.
- ¿Cómo qué?- preguntamos Alex y yo al unísono.
- Robemos un auto, un primo me enseñó cómo hacerlo –
- ¡¿Y para qué vamos a hacer eso hueón?! – le dije sin emoción más que la del licor.
- No sé, hagámoslo no más, te juro que si me levanto mañana y soy el mismo hueón de siempre me voy a volver loco – influidos por un curioso convencimiento le hicimos caso y salimos del bar derecho a buscar algún auto para robar como si se tratara de una travesura infantil. Carlos se tambaleaba con firmeza y miraba los autos uno a uno inspeccionando quién sabe si algo real o por dárselas de sabio.
- ¡Miren esto! – y abrió la puerta de un Tercel estacionado – no falta el pobre diablo ¡ya suban rápido! – Yo me subí de copiloto y asomado desde atrás estaba Alex. Carlos abrió un panel debajo del volante y en cuestión de segundos el auto hizo contacto.
- ¿Adónde mi caballero? – me dijo muerto de risa.
- ¡Siga a ese auto! – me sentía viviendo una película de acción. Y partimos.
- Vamos a la autopista a ver cuánto le sacamos – Alex sugirió y se aceptó por unanimidad. Llegamos en un pestañazo a la carretera y el Tercel no tardó en temblar a los 160. -¡Dale pisa fuerte si aguanta!- y deben haber sido como las 3 o las 4, no pasaba nadie -¡Mira cómo se ve pa’bajo socio!- Alex y yo colgábamos de las ventanas abiertas mirando el asfalto pasar. Estábamos fascinados hasta que nos interrumpió un sonido que nos cayó como bomba en la cabeza.
- ¡Los pacos socio, los pacos! – gritaba Carlos preguntando qué hacer.
- ¡Acelera, no dejes que te ganen! – le gritó Alex asomándose por la ventana de atrás.
- ¡Miren esto! – algo me molestaba en los pies y era una botella que rodaba entre asientos.
- ¡Por esta vida tan aburrida! – brindé con el vodka, ron, ya no sé, y como calculado me bebí un tercio de la botella aunque la mitad empapó mi ropa gracias al espectacular escape que protagonizábamos.
- ¡Yo brindo por esa ingrata… quédate quieto po’ hueón… que se hace la que le gusto pero anda con otro! – y se bebió su tercio.
- ¡Yo brindo porque la única emoción de la vida es con los pacos siguiéndote! – dijo Carlos pidiéndo la botella, Alex se la pasó y en el gesto de soltar el volante perdió todo el control del auto y  con cada golpe contra las barreras de contención gozábamos, era un parque de atracciones. Creo que finalmente nos volcamos justo en un paso nivel y caímos de cabeza en la pista inferior.

- Así que así fue. Creo que obtuvieron lo que querían – me dijo Camila. Hace tiempo la conozco pero nunca le había contado mi historia a diferencia de la suya que me la sé de memoria.
- Supongo que sí, fue un momento memorable – reconocí bebiendo un sorbo de agua de anís a modo de recordatorio.
- ¿De verdad era la única manera? – preguntó recordando mi frase antes de empezar la historia.
- Era la manera rápida, eso más el alcohol hacen la película completa –
- ¿Y pudiste saber qué pasó después? – ella nunca supo el final de su historia por voluntad propia. Hasta hoy se arrepiente.
- Pude verlo, claro- tomé mi último sorbo de anís y levanté la mano pidiendo otro – nada especial, estábamos los tres juntos en una ceremonia aburrida. La enamorada de Alex ni se apareció y creo que ninguno de los invitados iba por Carlos, a nadie le importábamos.
- Suena algo triste – dijo Camila tomándome la mano solidaria.
- No, no, da lo mismo eso – quedamos en silencio por largo rato hasta que ella rompió el silencio con una confesión nunca hecha.
- Sabes, me gusta estar aquí, en esta nada, en esta eternidad transitoria – ella tenía razón. Todos los días me recuerdo a mí y a mis amigos en ese auto, huyendo de los pacos, tomando la última botella de alcohol. Fue un momento maravilloso porque sabíamos que terminaba todo, el trabajo aburrido, las mujeres ingratas y la amargura del vaso siempre lleno “si el vaso siempre está lleno se pierde la diversión de vaciarle más y más ron” recuerdo las palabras de Carlos, o Alex o quizás fui yo.
- Aquí – le alcancé a escuchar a Camila – nadie espera nada de uno ni uno espera nada de la vida, eso es vivir y esto – dijo ofreciéndome un brindis – es anís.

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