OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

viernes, 6 de agosto de 2010

Espacio Sin Estrellas

Rincón de los Relatos

Despertó gritando, sudando, con los ojos hinchados y la mano derecha húmeda aunque esto último sólo la última ilusión del sueño. La maldita pesadilla recurrente, la reacción inicial de siempre: levantar su mano y observarla otra vez llena de sangre, un parpadeo y el sueño y la sangre desaparecen. Está sólo como siempre, él, la cama, un aparador lleno de libros, todo dentro de una caja de metal suspendida en el espacio como guardián de una ruta interestelar tan transitada como un desértico camino rural a miles de kilómetros de cualquier cosa. A millones de años luz.

Se levantó y caminó pesadamente hasta la ventana. Miraba el espacio, su rostro reflejado en el vidrio, la cara de un asesino infame, envejecido por el desprecio a sí mismo, acabado por el miedo y la soledad. Odiaba a ese hombre que se negaba a pagar sus culpas. Miraba su mano derecha en el reflejo y temblaba, rítmica y violenta bajo el yugo silencioso del martillo de repetición que minutos antes descargaba su ira sobre su infiel esposa y sobre la única testigo del crimen, su pequeña hija Katy de cuatro años. Volvía a mirar su propia mano que temblaba enferma de los nervios.

Salió de su dormitorio a la otra habitación de la estación espacial. Un gran compartimento repleto de herramientas, piezas de metal y una placapantalla todo iluminado por cuatro largas hileras de tubos de luz que cruzaban la habitación de un extremo a otro. Aquél lúgubre reducto de la humanidad fue el final de su huída. Nadie lo encontraría allí no sólo por lo recóndito del paraje sino porque era bien sabido que los guardianes de estaciones tan remotas solían ser la escoria autoeliminada de la sociedad. Llevaba dos años allí y no había visto más que veinte naves cargueras salir del hiperespacio y a los cinco segundos saltar hacia otra lejana estación como la suya.

Se sentaba todos los días, iluminados por las débiles estrellas y la estéril luz eléctrica, a leer libros de papel o en la placapantalla. Personajes de literatura y poemas repetidos mil veces se convirtieron en sus acompañantes en el exilio, se castigaba negando toda conexión con el mundo. No se aburría pero tampoco se divertía, simplemente dejaba pasar el tiempo lento y cadencioso al ritmo mismo del espacio profundo. Frente a la placapantalla una luz roja iluminó su rostro de pronto. La alarma visual que no había visto más de veinte veces en estos dos años.

Una carguera del tamaño de una casa familiar apareció desde el hiperespacio precedida por tres destellos luminosos sin sonido, relámpagos sin trueno. Lentamente giraba para apuntar y saltar a la siguiente estación. Cinco segundos y entonces la nave se detuvo por completo, las luces se apagaron y a él le pareció que los motores se detenían también. “Esto es nuevo” pensó con una mezcla de emoción y desgano por interrumpir su consabida rutina. Sabía lo que tenía que hacer: se dirigió a la compuerta al final de la habitación, se puso el traje espacial colgado a un costado, abrió la escotilla y frente a él un asiento de la nave empotrada a la estación.

La pequeña nave utilitaria avanzó lenta pero sin vacilación hacia la cabina de la carguera. Con sus focos delanteros iluminó el centro de control donde por protocolo los tripulantes de una nave encallada deben dirigirse. Apuntó las luces directamente a la cabina pero yacía vacía, impoluta como de nave recién fabricada. Jugó un momento apagando y prendiendo luces, cambiando intensidades pero nadie se asomaba. Empezó a preocuparse ¿Estarían muertos?

Aparcó junto a la escotilla de la carguera que cedió de inmediato al tratar de abrirla. Ya dentro de la nave se dio cuenta que estaba todo a oscuras y en silencio, ni electricidad ni motores funcionando. Clásica galera logística se componía de una enorme bodega que ocupaba más de la mitad de la nave repleta de containers del mismo tamaño. La otra mitad dividida en dos pisos, el superior con las acomodaciones para sus tripulantes y el inferior consistente en la sala de máquinas y motores. -¡Hola!- gritó -¡Soy el guardia de la estación, hay alguien!- nada, ni siquiera un eco -¡Hola!- y el grito se desvanecía sin respuesta. De pie a un costado de la bodega encendió su linterna y decidió caminar hasta una escalera metálica y subir a los camarotes.

Apenas puso un pie en el pasillo unos tubos de luz en el techo irradiaron en rojo una luz de emergencia. La luz era densa, continua sin embargo emitía un zumbido intermitente y molesto por su inconsistencia. Volvió a poner la linterna en su bolsillo y continuó por el pasillo hasta la última puerta a la derecha que decía “CAPITAN” con letras grabadas artesanalmente. La puerta estaba entreabierta, la empujó y el influjo escarlata invadió los aposentos del capitán. Una litera, un velador, un escritorio y sobre este una placapantalla era todo dentro de la estéril habitación. Sólo una cosa llamó su atención. Sobre el escritorio había un diario de papel que mostraba la foto de una hermosa mujer con una pequeña niña en los brazos y enormes letras rojas que gritaban horrorizadas “Espantoso Asesinato En Centra”. Corrió a leerlo y se dio cuenta que en un apartado inferior salía una pequeña foto suya junto a un morboso “Esposo y padre de las víctimas principal sospechoso”. El diario tenía fecha de hace más de dos años atrás.

“Entrando al hiperespacio en diez segundos” chilló de sopetón una voz metálica y femenina. Espantado, arrojó el diario y corrió a la cabina. “nueve” no podía ser, nadie estaba allí, la nave se había activado sola. “ocho” un estruendo. “siete” los impulsores hiperveloces se encendían. “seis” la luz roja de emergencia era reemplazada por una deslumbrante luz blanca. “cinco” presionaba cuanto botón había. “cuatro” desesperaba - ¡No puede ser!- “tres” -¡desactivar!- “dos” -¡apagado de emergencia!- “uno” -¡ESPERAAAA!- “salto”.

Recorrió todas las ventanas de las habitaciones y el resultado fue el mismo: estaba en medio de un espacio sin estrellas, a millones de trillones de siglos luz de cualquier cosa. – ¡Papito!- escuchó de pronto una voz lejana, encerrada. -¿Katy?- dijo en voz alta y la niña respondía -¡sácame de aquí papito!- era ella, su hija lo llamaba de algún rincón de la carguera inundada nuevamente en un denso color rojo y un zumbido que recorría el cerebro miles de veces, una y otra y otra vez. -¡Dónde estás!- gritaba corriendo en dirección a la bodega. -¡La caja papito, la caja!- desesperado apoyaba su oído sobre los contenedores metálicos tratando de dar con el que encerraba a su pequeña hija. -¡Te sacaré, no te preocupes!- le anunció emocionado al encontrar la caja que contenía a su pequeño tesoro, una luz divina iluminó su camino a una barra de acero y un relámpago estelar acompañaba sus lágrimas emocionadas. Encajó entonces la barra con el candado del contenedor y jaló con todas sus fuerzas hasta que la tapa cedió. –Gracias papito- dijo la niña demacrada por el encierro mientras le extendía a su padre un martillo de repetición ensangrentado. “Uno… salto”.

La sacudida del salto al hiperespacio lo botó dentro del conteiner. Quedó a oscuras pero recordó su linterna. -¿Katy?- estaba sólo dentro de la caja, ni una carga, ni su hija, ni la tapa cedía. El corazón se le subió a la garganta, sus manos temblaban desesperadas y sin control, un sudor helado empapaba su cuerpo y sus pies enloquecieron dando furiosas patadas a la tapa que porfiaba en su hermetismo. -¡AUXILIO!- aulló desesperado decenas de veces y escuchaba horrorizado su propio eco que lo sentía ajeno, era suyo, era su voz, no, no era él, mil ecos desgarrados por la muerte lo llamaban imitando su voz.

Cuando ya cansado de gritar se entregaba manso al horror de ser mutilado por el abandono escuchó un sonido. Alguien abría la escotilla de la carguera. -¡Hola!- gritó la voz y él no respondió porque reconoció la voz de inmediato. -¡Soy el guardia de la estación, hay alguien!- no había razón para pedir ayuda porque él lo sabía -¡Hola!- no lo escucharía.

2 comentarios:

Carla dijo...

¿por qué casi todos tus cuentos ocurren en el futuro?

Nicolás! dijo...

Deben haber varias razones. Supongo que me gusta especular cómo sería el mundo del futuro pero más importante aún el futuro es más libre, inexplorado, de posibilidades infinitas porque todavía no ha pasado.
Tu comentario me hizo revisar y en verdad son muchos. Pero si navegas por los tags (a la derecha donde dice "Busca tu artículo")que dicen "romamce", "ficción", "me pasó" y "presente alterado" podrás saltarte casi todos los cuentos ambientados en el futuro.
Gracias por pasar!! vuelve pronto!!