OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

domingo, 23 de diciembre de 2012

Vigilantes

Rincón de los Relatos


Asustado sale corriendo de su casa no sin olvidarse de, al cerrar la puerta, mirar hacia arriba y luego seguir corriendo hacia su auto porque un minuto más de demora y no alcanzará a llegar a su trabajo a tiempo. Le hubiese gustado tanto quedarse cinco minutos más en cama y terminar de ver el reportaje que veía en televisión y traspasar ese tiempo a un leve y nada importante atraso. Manejando algo más descuidado igualmente llegó a su oficina sin problema alguno y pudo haber sido una mañana más de marcar la tarjeta a tiempo y sentarse frente al computador pero su jefe lo estaba esperando, de brazos cruzados y actitud desaprobatoria.

-Jefe con permiso- entró respetuosamente a la oficina de su jefe.
-García, tome asiento por favor- de inmediato apareció en una de las paredes la proyección de un video.
-¿Se da cuenta García?- y el jefe repasaba una y otra vez un momento clave de la secuencia.

No puedo creerlo, veo con lujo de detalle cómo seguí cruzando una esquina a pesar de estar el semáforo con luz amarilla y mi jefe detesta cuando la gente cruza con esa señal. Para él representa a las personas temerarias, torpes y apresuradas algo que en una firma contable es inaceptable. Es espantoso, ni un error en toda la mañana y ni me di cuenta. ¿Qué haré ahora?

-Sí señor me doy cuenta- respondió con la cabeza agachada.
-Usted sabe García que en esta compañía no toleramos este tipo de comportamientos, va usted a volver a su puesto de trabajo y considerar esto como su última falta.
-No se preocupe, lo tendré en cuenta- respondió sumiso mientras el video de lo ocurrido desde que se levantó hasta llegar a la oficina seguía proyectándose.
-Tiene suerte que el resto de su mañana haya sido impecable- y con un gesto despectivo, aunque algo retenido, le ordenó comenzar sus labores.

García regresó presuroso a su cubículo. Allí se sentó no sin antes mirar hacia arriba. A su lado, Ester notó su tardía llegada que seguro se debía a una reprimenda del jefe pero subió la mirada y retuvo sus ganas de conversar con su compañero. El ambiente es labor pura, incesante, productiva como si fuera una máquina automatizada. Nadie se distrae con nada, no hay visitas a páginas web ociosas ni conversaciones cotidianas en el pasillo, no hay tiempos muertos de café ni salidas afuera por un cigarrillo. Hasta la hora de almuerzo García y Cristina no tienen oportunidad para conversar.

-García, señorita Valdés, los invito al almuerzo. Nos vamos de inmediato- dijo el jefe asomándose a los cubículos de sus empleados. Ester miró hacia arriba lamentando tener que dejar plantado a su novio que seguro ya la esperaba en el restaurante de en frente. No le importó tanto cuando recordó que al revivir el día cuando se vieran en la noche, él la entendería.

Me da pena por la pobre Ester y su novio pero no se puede rechazar la invitación a almorzar del jefe, menos en mi caso cuando ya llevo una falta. Por lo menos el tipo va a pagar.

-Por favor siéntense-

Tengo unas ganas de tomar una cerveza helada pero eso sí sería sacrilegio. Con este calor es un crimen no poder hacerlo pero mi esposa se enfurece cada vez que tomo y si me ve tomando es capaz de pedirme el divorcio. Ester se ve contrariada, tiene ganas de huir se le nota. Detesto esto, la vigilancia me tiene enfermo. Apenas puedo dormir por miedo a roncar y levantarme temprano inclusive los fines de semana me tiene con un cansancio persistente. Me da miedo que la cantidad de veces que miro hacia el cielo va bajando, me estoy acostumbrando a este mundo de comportamiento retraído.

El día transcurrió sin cerveza y sin ningún sobresalto, plano como la Tierra antigua. García llega a su casa a la misma hora de todos los días y encuentra a su señora frente al televisor revisando con detalle el video del día de su marido.

-Querido debes tener más cuidado con esos semáforos- advirtió tiernamente.
-Lo sé, fue un descuido muy torpe- admitió apesadumbrado.
-¿Te fijaste cómo miró hacia arriba tu jefe antes de mandarte fuera de su oficina?- apuntó su esposa adelantando el video a ese momento.
-¡Vaya! tienes razón. Sus jefes debieron ver que fue algo despectivo conmigo- observó García algo contento.
-Y por eso te invitó a almorzar- concluyó su esposa ahora poniendo la grabación en el momento de la invitación.

García y su mujer cambiaron de video. Ahora ven el día de ella grabado de levante a poniente, hasta el segundo mismo donde ella entra su casa para disponerse a ver el día de él.

Lo detesto, me gustaría que mi mujer me contara cómo estuvo su día pero a cambio tengo que ver estas imágenes, observar sus puntos más relevantes y discutir si es que hay algo, comentar si es que hay algo. Yo preferiría no saber lo que hace algún día, que llegáramos a casa y comiéramos una rica cena y luego a dormir sin saber nada del día del otro. Ya ni siquiera puedo pensar estas cosas sin…

García distraído mira hacia arriba acordándose que por ahí, en cualquier rincón de cualquier lado, en las manos de alguien o simplemente pululando por el aire, una cámara grabadora está dejando todo registrado y todo lo que haga puede llegar a las manos de todos. No hay salvación, y entonces deja esos pensamientos de lado como si temiese que la cámara pueda violar hasta esa intimidad porque…

Si algo he aprendido en este último tiempo es que ya no puedo ser yo mismo, no puedo hacer lo que yo quiera. Esa libertad ha llegado a su fin pues donde quiera que vaya hay algo, alguien con una cámara lista para grabar cada uno de mis pasos y luego entregárselos al mundo para ser juzgado, etiquetado y condenado. Bien…

Y mira hacia arriba. Su mujer al unísono también lo hace y luego miran la hora. Han dado las nueve y la convención social los lleva de la mano a la cocina americana donde ambos colaboran sin decir palabra a la preparación del alimento y rellenan sus vasos con agua mineral por más que ambos quisieran compartir esa ensalada con un vino blanco porque el jefe de García ve con malos ojos a empleados que beben a la hora de cenar y peor las amigas de su señora. En realidad ya ni compran vino porque si los ven comprando en el supermercado todos se preguntarán ¿y para qué? mientras repasan el video de ambos pagando por el licor en la caja registradora.

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