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viernes, 12 de marzo de 2010

Cerocrimen o La Historia De La Ciudad Que Venció Al Crimen

Rincón de los Relatos


Desde el nacimiento de la noción de propiedad también surgió el crimen. De ese momento en adelante una de las titánicas tareas de la humanidad ha sido barrer totalmente con este flagelo y desde iniciativas personales, gubernamentales e incluso mundiales han surgido para alcanzar esa utopía, sin éxito por cierto.
Sin embargo, en un país sin nombre, una ciudad conocida como Cerocrimen logró a tan inverosímil objetivo. La historia cuenta que los ciudadanos, hartos de la creciente ola de crímenes, acudieron a su alcalde para demandar una solución definitiva o sería humillado y desterrado de los límites urbanos. Preocupado por su futuro el alcalde reunió a unos cuantos cerebros pensantes de Cerocrimen (que en ese entonces no se llamaba así) y no durmieron hasta encontrar la solución.
Se modificaron leyes, se dictaron decretos y declararon estatutos, inclusive se desvincularon de los reglamentos de su propio país para llevar a cabo su experimento anti crimen. Cuando todo estuvo listo, dice la leyenda que el primer golpe de la nueva justicia cayó sobre una señora a quien le colgaba la cartera coquetamente desde su hombro izquierdo. Un oportunista de pupilas dilatadas y barba sin afeitar pasó corriendo y se la quitó, lanzando a la pobre mujer al suelo mientras se hacía humo. Un par de policías se hicieron presentes de inmediato, ayudaron a la mujer a levantarse, y procedieron a esposarla.
- ¡Pero qué diablos hacen estúpidos! – se quejó la mujer furiosa.
- Queda usted detenida por hurto – declaró el policía estoico.
- ¿Hurto? ¡¿No vio que fui yo la asaltada, pedazo de imbécil?! – el descontrol se apoderó de ella.
- Debería estar más enterada de las nuevas leyes de la ciudad: usted caminaba descuidada por estas calles solitarias y tampoco aseguró bien su bolso contra su cuerpo. Usted es la culpable de que le hayan robado – el policía la forzaba a caminar a un auto patrullero – Culpable, detenida, culpable, detenida, ¿ve usted? –
Así partió el combate contra la delincuencia en Cerocrimen. Señoras que lucían aretes de oro en las calles, automovilistas sin alarmas, ciclistas sin cadenas, dueños de casa sin rejas puntiagudas, todos fueron enjuiciados y decrétese su culpabilidad y a la cárcel. De los albores de aquellos tiempos se pueden rescatar varios documentales, uno de ellos muestra a una periodista recorriendo las calles nocturnas y entrevistando transeúntes. Si se pone un poco de atención puede verse el calzón de fierro anti violaciones que lleva puesto bajo su pantalón.
- ¡Señora! ¡Señora! – la periodista corría detrás de una mujer con un bolso en la mano.
- Disculpe, le quiero hacer una pregunta sobre las nuevas leyes: Veo que lleva un bolso ¿No le da susto que la lleven detenida si le roban el bolso? – la señora, asustada todavía por la repentina interrupción, le señaló el bolso a la periodista.
- Vea, tiene un sistema electrificado. Si alguien la jala muy fuerte se activa y descarga los voltios suficientes para carbonizar un pavo –
- ¿Y no le da miedo herir de gravedad a una persona? -
- Hija mía – la llamó con ternura – si el ladrón se electrocuta y queda herido será por su propia culpa. Culpable, detenido, culpable, detenido, ¿comprende? –

La ciudad completa se volvió la reina de la seguridad. Murallones tres veces más altos que las casas que protegían, autos enmarañados en alarmas y fierros de protección, los diseñadores de moda dieron de baja los bolsillos, las faldas cortas (tentaste a ese hombre, tú tienes la culpa por andar tan destapada. Culpable, detenida, culpable, detenida) y todo tipo de accesorio extraordinario. Luego de un año el alcalde revisaba los resultados y le parecieron maravillosos. Se cuenta que esa noche fue a cenar con su familia y cuando ya salía del restaurante un policía lo detuvo en la puerta. “¿No ve señor que le dieron menos vuelto? Usted tiene la culpa por no fijarse en la boleta, culpable, detenido, culpable, detenido ¿no es así?”. Claro, es sólo un mito.
Pero hoy no hay quién puede quejarse. Cerocrimen es una ciudad limpia de delincuencia y próspera gracias a la industria de la seguridad. Es un pequeño paraíso en este mundo repleto de amigos de lo ajeno y de asesinos por gusto. Y quién podría cuestionarlo porque, enfrentémoslo: el crimen no existiría si no fuera por culpa de los imbéciles que se dejan atracar. Culpables, detenidos, culpables, detenidos ¿me sigues?

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