
Ya de camino al aeropuerto empieza la plática de los expertos. La gente que ha viajado un par de veces tiene la convicción de ser expertos en el tema de los aviones y salir al extrajero. Y te lo hacen notar. Por ejemplo se me ocurrió preguntar si podías llevar pasta de dientes y mis familiares, como poseídos por una cultura de viajero de negocios frecuentes, comenzaron a dar tantas respuestas como teorías del origen del universo hay. Todos por supuesto tratándome como un recién nacido: "Esto no, pero si lo envuelves en esto ahí si ¿entendiste?" y dice el otro "Pero no, me acuerdo que aquí me lo pasaron y allá no, depende de..." y ahí se pusieron a discutir entre ellos hasta el detalle más infame de las leyes aduaneras.

Cuando estabamos a punto de atravesar la aduana del país extranjero nos pasaron unos papeles para rellenar con datos y más datos. "Esto siempre se hace" comentaron todos a su estilo. El problema: la papeleta estaba en un perfecto y complejo inglés. Finalmente el único ignorante que supo llenarlo sin sobresaltos fui yo. Y todas las preguntas llegaban a mí.

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