OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

viernes, 25 de enero de 2013

La Gloria De Lotta

Rincón de los Relatos


Karl ‘beanpole’ Zerzell, piloto Horologii

La alarma de ataque esta en llamas y por apresurado tuve dificultades para ponerme el pantalón. Consecuencia inmediata, salir de último de la barraca y con esa sonrisa irónica los muchachos me recuerdan “¡Beanpole! ¡No olvides despertar a Zombie!” Tan peligroso como ir a combate es despertar a Lotta cuyo genio al privarla repentinamente de un sueño profundo es peor que estar enredado en una ensalada de láser en medio del espacio. Mejor será ir rápido a su litera y despertarla de una vez.
-¿Lotta?- le digo despacio y apenas rosando su hombro. No puedo olvidar cuando “cueball” recibió el más fulminante de los combos en pleno rostro cuando la despertó violentamente.
-Lotta, la alarma- refunfuña un poco y se acomoda para seguir durmiendo. La alarma me tiene nervioso ya no puedo esperar.
-¡Lotta, ataque!- y alcancé a esquivar la palma de su mano que despertó mucho antes que sus ojos.
-¡No me grites así tarado!- fue todo lo que me dijo antes de darse cuenta que otra vez no había escuchado la emergencia. Sin siquiera mirarme salió corriendo hacia el hangar. Como siempre ya estaba vestida, lista para la acción y sin más que hacer corrí tras ella. Es increíble pensar que Lotta es la mejor piloto de falcon existente, al saber que ella pilotea junto a nosotros es una esperanza de victoria, la vida después de la guerra asegurada.
Entro justo tras ella al hangar y con su agilidad de siempre se hace notar de inmediato. Su piel tostada reluce frente al casco blanco de su falcon y con una acrobacia que ignora toda gravedad salta con sus risos salvajes ondulando como si hubiera viento directo hacia la cabina. La sonrisa previa a la batalla nadie se la quita y aunque baja de estatura se ve enorme cuando está sobre una nave.
Ella nos saluda antes de cerrar la cabina y todos gritamos "¡Zombie! ¡Zombie!" y una lluvia de serpentinas y papeles coloreados parece caer desde el techo mientras ella levanta ambos brazos "¡Zombie! ¡Zombie!" curioso apodo para alguien con su habilidad innata y es que su mala costumbre de siempre estar dormida a la hora de salir a combate hizo que le llamáramos Zombie en vez de algún sobrenombre que hable de su naturaleza invencible.
Una vez en mi falcon me dirijo hasta las lanzaderas y de estar cinco minutos atrás tropezándome con mi pantalón ahora me enfrento al terrible campo de batalla. Libre de toda geografía dos colosales fortalezas espaciales nuestras se enfrentan a dos eridani. Entre las cuatro vomitan láser, misiles y falcons por millares y en todas direcciones provocando una invasión de explosiones sordas, expulsiones de luces multicolor y cabezas nucleares deambulando por todos los rincones.
-¡Beanpole, Zombie!- llaman del centro de control por el radio -¡Cubran los motores del escuadrón enemigo en camino!- una mirada al radar, una sopa de luces y señales sin embargo la experiencia logra superar el enredo y puedo ver claramente las seis falcon eridani acercándose a los motores de la fortaleza.
-¡Vamos a freírlos Beanpole!- replica Lotta que en un violento pero estético quiebre cambia de dirección hacia la popa.

Varmor ‘ranga’ Aldier, piloto Eridani

Si destruimos los motores de su fortaleza serán historia, se apagarán todos sus sistemas y ya no podrán destruir nuestros misiles nucleares con sus baterías. Y se atreven a mandar solo dos naves para cubrirse. Esto será pan comido.
-¡Ranga, es Zombie!- me grita un compañero asustado. Entonces era verdad que estaba acá… Demonios, nos va a triturar. Incluso si viniese sola sería imposible derribarla.
-¿Nos retiramos?- hago caso omiso a tan absurda sugerencia. Treinta segundos para estar en su rango de tiro. No puedo, el corazón se me sube a la boca tratando de matarse antes de verse enfrentado al horror de ver a Zombie maniobrando frente a él, escupiendo plomo enajenada por la ira bélica que a todos, excepto a ella, nos deja atrás porque es vencida por el miedo a la muerte. Dicen que podrían acribillarla a tiros pero que seguiría en pie, avanzando hacia ti como si nada y de ahí su sobrenombre.
¡Ahí viene Dios mío! ¡Sarah, Angela, las amo demasiado!
Viene de frente y a metros de mi nave. Reaccionando a mi cañón da un salto que eleva su cola hasta dejarla vertical y un poco por encima de mí. Sus propulsores inferiores la deslizan hasta la popa de mi escuadrón y dos de mis escoltas vuelan en pedazos (¡fue con un solo tiro!) grita otro mientras giro vertical sobre mi eje para ir en su búsqueda, distracción fatal (¡AAaaaa…!) porque su aliado destruye a otro y a otro (¡No quiero morir aquí Ranga!) dejo una estela de microbombas para detener al compañero de Zombie y me dirijo directo a ella mientras (¡Nooooooo!) acaba con mi último hombre. Mi mano tiembla desesperada (¡Control, Ranga vuelve a la base!) sin embargo logro descargar un impulso láser que ella no elude si no hasta el último segundo con un giro y quiebre sacado de libros fantasiosos. Se me ocurre (¡Ranga sal de ahí!) que debe ser tan hermosa como sus piruetas y que tal vez si he de morir en el espacio es mejor en manos de ella. Burlesca se da el lujo de lucirse frente a mí, se mueve a un lado y abajo sin disparar una solo bala, giro y quiebre, deslizamientos, paralelas y diagonales, el diablo luciendo sus mejores flamas. Me enfurece, hierve mi sangre militar…
-¡Te voy a matar Zombie!- me lanzo tras ella desesperado, ya no me controlo soy yo y mi furia y mis ansias (¡Retírate Varmor!) por eliminarla del universo de una vez por todas. Es un fantasma, aparece y desaparece de mi visión sin patrón alguno, no, no, ¡no voy a dejarla ir!… dónde se fue… ¡dónde estás!... Sarah, Angela… no puedo más… quiero estar en mi casa… me rindo…

Karl ‘beanpole’ Zerzell, piloto Horologii

Ese pobre bastardo quedó hecho pedazos. Lotta le bailó en su rostro y apenas reaccionó por algunos instantes solo para volver a quedarse quieto otra vez entendiendo que nadie puede enfrentársele.
-¡Vamos a cazar pájaros Karl!- y no sé cómo lo hizo pero descargó su láser con tal exactitud que desmanteló todas las microbombas que me rodeaban en ese momento.
Ahora la guerra no se ve tan espantosa, más bien parece un juego de niños donde no importa qué pase pues al final siempre sales ganando así de tranquilo es pilotar junto a Lotta, hasta da tiempo para pensar en otras cosas. 
Recuerdo cuando estábamos formados para la ceremonia de graduación, todos vestidos con el uniforme oficial listos para recibir honores y salir a defender los colores de Horologium. Se veía preciosa ese día con el atuendo formal, la gorra oficial, sus profundos ojos negros emocionados, su sonrisa imborrable, su aspecto de niña traviesa que no la deja ni en los momentos más solemnes. Recuerdo cuando me miraba de reojo con un gesto que hacía memoria de una humorada que le hicimos a Henry en la fiesta de graduación. La insensata intentaba hacerme reír a carcajadas para verme sufrir frente al escarmiento de algún superior. Es difícil imaginarla ahora, siendo la misma de siempre, como la piloto más sanguinaria de toda la constelación.
-¿Crees que ese piloto haya tenido familia Karl?- no respondí creyendo que imaginé esa pregunta.
-Tienes razón, como todos nosotros- se respondió sola mientras daba un pequeño giro de ajuste.
-¿Estás bien?- le pregunté preocupado por su sorpresiva falta de entusiasmo.
-Me da miedo Karl, algún día seré derribada la pregunta es cuándo. No creo estar preparada para morir-
-Nadie lo está- traté de simpatizar y luego de un rato me dice.
-Somos soldados nuestro trabajo es morir, matar y morir- reflexiona y luego un suspiro. Nos acercamos al centro del conflicto, los timbales de guerra resuenan y el radio nuevamente grita órdenes desde la fortaleza. Pero Lotta no reacciona y seguimos avanzando de frente a la batalla.
-Lotta, reacciona- le digo en voz baja, sin embargo no despierta.
-¡Zombie!- se escucha un golpe a través del comunicador.
-¡Tanto grito si estoy aquí!- reclamó de sopetón con su personalidad de recién despierta.
Retoma su actitud y las turbinas de su falcon revientan en velocidad para entrometerse de lleno en el espectáculo destructivo y la pierdo de vista pero seguro que cuando esto termine y centro de control nos llame de vuelta ella será como siempre la última en llegar rodeada de pétalos de flores cayendo desde las estrellas mientras su eterna sonrisa nos alegra a pesar de la situación, mientras sus risos rebotan suaves sobre su piel soleada alzando sus brazos en señal de victoria.


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