OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

miércoles, 9 de enero de 2013

El Rey Del Láser

Rincón de los Relatos


Quiero todo esto oscuro… no, no, sin luces solo los láser… ¡ah, ya verás!...“Laser Frenzy” con tubos de neón, de varios colores así la gente sabrá que dentro el juego de láser lo es también… ¡No hombre! por supuesto que son inofensivos…

Si supieran mis inversionistas, claro no queman piel, ni siquiera serían capaces de dañar una mosca porque el poder usado es mínimo, y más que suficiente. La discoteque es una caja negra en cuyas paredes cuelgan en disposiciones al azar un montón de generadores de rayos láser que no hacen nada sino iluminar y crear un juego que pretendo sea alucinante, mejor que cualquier dosis de heroína. Todo eso mezclado con la distorsión electrónica del DJ. Para todo hay un secreto sin embargo…

No se van a cansar, todo lo contrario la música y el juego de luces provocarán tal frenesí que nadie querrá irse de este lugar… ¿¡ja, repartir estampados de heroína!? no será ni remotamente necesario... las dudas se despejarán luego de la primera noche.

Desde mi oficina con ventanas hacia afuera y adentro, único lugar libre de láser, veo la enorme fila para entrar al parecer el video promocional que circuló por internet llamó a mucha gente deseosa de conocer esta locura de la discoteque de los láser. A casa llena la electrónica mezclada recorre el cubo musical y junto con los rayos luminosos, una locura pintada toda la gama de colores y emergiendo de todo lugar posible inclusive desde el suelo los que causaron sensación y sorpresa. La temperatura sube, así como el volumen, la intensidad de la luz, la cantidad incluso y bailaban y abrían la boca para saber si se podían alimentar del láser y a las cuatro horas juran todos que los láser rojo saben dulce y los violeta salados.

La fiesta no va a terminar, eso es Laser Frenzy y gracias al sistema de cobro permite cobrarles a todos su entrada cada ocho horas a través del smartphone y apenas les llegan los mensajes de notificación levantan el celular en señal que no se irán y vuelven a abrir la boca para comer un poco de láser verde y el amarillo qué increíble cómo quita la sed. La fila afuera no se mueve, nadie se va, nadie entra. Mis inversionistas demasiado felices montan máquinas de construcción relámpago y en dos días la discoteque duplica su tamaño, sus láser y sus DJ.

Todo va a la perfección. En tres días nadie ha salido de Laser Frenzy y la fila para entrar solo envalentona a los empresarios a pagarme más agradecidos del milagro financiero y en helicóptero traen un cubo negro enorme desde Alemania para ponerle segundo piso al local. Y la fila para entrar sigue con la misma extensión como si la ciudad se fuera enterando de a poco de esta locura. Pronto estarán todos en la discoteque, bailando y comiendo láser.

Cuando los helicópteros dejan caer el cuarto piso se presenta a mi oficina el alcalde de la ciudad quien nunca ha visitado el local y se nota muy desesperado. Me indica que sus recolectores de basura no se han presentado a trabajar ni tampoco los jóvenes que lo ayudarían con su campaña electoral ni tampoco las secretarias ni siquiera concejales y no se olvidó por cierto de mencionar a sus hijos. Le dije…

Señor alcalde, no se preocupe mire lo invito a conocer las dependencias antes de ponernos a conversar… por supuesto que no le cobraré cómo pregunta eso… lo invito a probar láser naranjo… probar eso dije, simplemente para amenizar una charla amistosa…

Y ahí está el alcalde. Desde hace dos días no sale de aquí convertido en un adicto autoproclamado del empalagoso láser blanco y repentino amante de la música electrónica. Vengo llegando de un paseo por la ciudad y ha sido de lo más asombroso. No hay tráfico ni en las calles donde siempre había, no hay colas ni en el supermercado más enorme y la gente está mucho más amable. Eso sí, todo se ve algo abandonado, tiendas permanentemente cerradas, oficinas donde los papeles amarillos deambulan libres y casas desvalijadas sin que a nadie le importe. Y de todas partes se pueden ver los láser que apuntan al cielo desde la torre negra de la discoteque. Un orgullo, ya imagino cuando sea un imponente edificio imposible de perder de vista.

Siempre lo supe, el éxito ya es total. La ciudad entera está dentro del rascacielos de más de 30 pisos, repleto de gente bailando, alucinando, alimentándose de los láser como si fuera la comida más deliciosa de todo el mundo. Y no es tan tonto decirlo: están aquí pasando su mejor momento, un eterno mejor momento y no tardaron en descubrir mis luces saborizadas el invento que jamás revelaré porque me ha puesto al mundo danzando al ritmo que les impongo.

La historia sigue y seguirá como cualquier negocio. Los inversores vueltos locos han inventado paquetes turísticos para que gente de todo el mundo venga a Laser Frenzy para nunca dejarla, a este ritmo de sucesos sin duda llegará el momento en que la torre traspase las nubes y la atmósfera misma para llegar hasta el espacio y llenarlo de rayos láser mientras yo me paro en la cima del edificio con el resto del mundo bajo mis pies.

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