OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

miércoles, 26 de mayo de 2010

Semáforo Apagado

Rincón de los Relatos

Estaba frente a un semáforo apagado, la intersección entre una avenida de cuatro pistas y un cruce peatonal. Un infierno. Con su apuro y arrojo habitual los autos pasaban uno tras otro en cadencia irrompible a pesar de ser tonalidades independientes al punto de desconocerse, de odiarse por segundos incluso, y luego desconocerse. ¿Cómo cruzar? tarea imperativa pero imposible, cualquier intento mío fracasaría con un choque metálico contra mi cuerpo, un vuelo elíptico y un golpe violento al concreto. Éramos unos diez a mi lado y otros diez en la vereda de al frente. De este lado algunos atrevidos lograban sortear la primera pista pero un camión taurino amenazaba inequívoco obligando a retroceder rápidamente, volver. Todos hicimos un intento, un pequeño espacio vacío justificaba el emprendimiento y los bocinazos inclementes justificaban el fracaso. Estábamos atrapados, todos lo habían intentado y ninguno logró pasar de la mitad de la avenida. Y nos miramos, en un principio para compartir nuestro asombro y lamento pero luego fuimos más allá, nos enteramos de nuestras intensiones, nuestros miedos y lo que nos hacía estar allí apiñados bajo un semáforo apagado. Sin mirar al tráfico comenzamos a cruzar, por primera vez comenzamos, con la decisión de un pelotón sin marcar el paso y así también los de enfrente. Los autos se obligaron entonces a frenazos chirriantes e impávidos fueron incapaces tan siquiera de protestar, una fuerza divina detenía su oleaje y nos dejaban a los peatones el conducto impecable como si el caminante del semáforo se hubiera puesto verde de pronto.

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