Hace 7 años que no visitaba al oftalmólogo y esta vez no fui por mi salud sino por conseguir una receta y cambiar mis añejos anteojos. Fui a la misma consulta de hace 7 años y estaba todo exactamente igual. Yo pensaba encontrarme con algo más tecnológico, con un poco más moderno hubiera bastado. Pero al parecer estos 7 años no han significado nada para el mundo de la medicina de los ojos. Me hicieron pasar a la típica máquina donde te hacen ver por un orificio un globo que cambia de nítido a borroso. “7 años y el mismo globo” pensé y me pregunté como lo haría para mantenerse en vuelo durante 7 años seguidos, quizás cuenta con un motor de energía ilimitada o flota en un mundo sin gravedad.
Mi turno con el doctor. Apenas vi la consulta me pareció igual que aquella de hace 7 años y la verdad no sé si era el mismo médico de entonces pero así me pareció. “¿Hace cuanto qué no vienes?” preguntó, “Hace 7 años” respondí como lo venía pensando hace un rato, “¿Ves bien con esos lentes?” quiso saber, “Si… veo bien” respondí indiferente. Me senté y me hizo sacarme los lentes para colocarme esos otros aparatosos que usan los oftalmólogos para verificar tu vista. Ahí empezó ese dinámico juego del “Mejor o Peor”.
Primero cambiaba los lentes del ojo izquierdo dejando al derecho libre. Debía ver esa tabla de las letras que se achican con el nuevo lente y decirle si veía “mejor” o “peor”, tal cual 7 años atrás. “¿Mejor o Peor?” preguntaba, “mmm…mejor” respondí, “¿y ahora? Me dijo colocando otro lente, “mmm… peor” respondí siguiendo el juego y así una y otra vez.
De pronto la puerta de la consulta se abrió. Entró una mujer, su secretaría o una enfermera tal vez. Ya nada pereció como hace 7 años atrás.
El tiempo se detuvo. Era espectacular, como de mi estatura, delgada, con un delantal blanco y unos anteojos de marco negro que le daban un aspecto intelectual cautivante. Detrás de esos lentes, unos ojos negros, profundamente negros, de esos que absorben todos los colores a su alrededor para ser los únicos que llamen la atención. Usaba el pelo negro, liso, hasta casi rozar sus hombros, cada pelo bailaba como si hubiese una suave brisa dentro de la consulta. Su nariz pequeña y elegante entonaba con sus finos y rosados labios que sonreían sensualmente, totalmente a propósito creí en ese momento. Su rostro tenía una leve forma triangular invertida que junto a sus sonrosadas mejillas formaban un rostro tan armónicamente fabricado que parecía venido de otra galaxia.
Justo en ese momento el doctor me cambia el lente del ojo que testeaba por uno que provocaba la más borrosa de las imágenes. Pero con el ojo libre seguí mirando como aquella mujer de fantasía se paseaba por la consulta. El doctor me pregunta “¿Mejor o Peor?” y dado lo que veía respondí “Mejor, lo mejor que he visto…” dije con un leve suspiro.
Así me dio la receta de mis nuevos anteojos que llevarán aquel aumento al que me referí como “lo mejor que he visto”. Durante los siguientes 7 años veré todo borroso pero ¿Qué más da, si ya tuve el placer de tener la mejor visión del mundo?
1 comentario:
este cuento merece un comentario sin sentido, de hecho la primera vez que lo publicaste uno de los comentarios carente de cualquier comprensión lectora elevó este cuento a un nivel épico, asi que como no añadirlo
Asi que quedaste ciego jaja puta que eris weon 7 años viendo con unos lentes como las weas por calentón.
Creo que era algo asi
Salu2
Publicar un comentario