Rincón de los Relatos
Asustado
sale corriendo de su casa no sin olvidarse de, al cerrar la puerta, mirar hacia
arriba y luego seguir corriendo hacia su auto porque un minuto más de demora y
no alcanzará a llegar a su trabajo a tiempo. Le hubiese gustado tanto quedarse
cinco minutos más en cama y terminar de ver el reportaje que veía en televisión
y traspasar ese tiempo a un leve y nada importante atraso. Manejando
algo más descuidado igualmente llegó a su oficina sin problema alguno y pudo
haber sido una mañana más de marcar la tarjeta a tiempo y sentarse frente al
computador pero su jefe lo estaba esperando, de brazos cruzados y actitud
desaprobatoria.
-Jefe con
permiso- entró respetuosamente a la oficina de su jefe.
-García,
tome asiento por favor- de inmediato apareció en una de las paredes la
proyección de un video.
-¿Se da
cuenta García?- y el jefe repasaba una y otra vez un momento clave de la
secuencia.
No
puedo creerlo, veo con lujo de detalle cómo seguí cruzando una esquina a pesar
de estar el semáforo con luz amarilla y mi jefe detesta cuando la gente cruza
con esa señal. Para él representa a las personas temerarias, torpes y
apresuradas algo que en una firma contable es inaceptable. Es espantoso, ni un
error en toda la mañana y ni me di cuenta. ¿Qué haré ahora?
-Sí señor
me doy cuenta- respondió con la cabeza agachada.
-Usted
sabe García que en esta compañía no toleramos este tipo de comportamientos, va
usted a volver a su puesto de trabajo y considerar esto como su última falta.
-No se
preocupe, lo tendré en cuenta- respondió sumiso mientras el video de lo
ocurrido desde que se levantó hasta llegar a la oficina seguía proyectándose.
-Tiene
suerte que el resto de su mañana haya sido impecable- y con un gesto despectivo,
aunque algo retenido, le ordenó comenzar sus labores.
García
regresó presuroso a su cubículo. Allí se sentó no sin antes mirar hacia arriba.
A su lado, Ester notó su tardía llegada que seguro se debía a una reprimenda
del jefe pero subió la mirada y retuvo sus ganas de conversar con su compañero.
El ambiente es labor pura, incesante, productiva como si fuera una máquina
automatizada. Nadie se distrae con nada, no hay visitas a páginas web ociosas
ni conversaciones cotidianas en el pasillo, no hay tiempos muertos de café ni
salidas afuera por un cigarrillo. Hasta la hora de almuerzo García y Cristina
no tienen oportunidad para conversar.
-García,
señorita Valdés, los invito al almuerzo. Nos vamos de inmediato- dijo el jefe
asomándose a los cubículos de sus empleados. Ester miró hacia arriba lamentando
tener que dejar plantado a su novio que seguro ya la esperaba en el restaurante
de en frente. No le importó tanto cuando recordó que al revivir el día cuando
se vieran en la noche, él la entendería.
Me da
pena por la pobre Ester y su novio pero no se puede rechazar la invitación a
almorzar del jefe, menos en mi caso cuando ya llevo una falta. Por lo menos el
tipo va a pagar.
-Por
favor siéntense-
Tengo
unas ganas de tomar una cerveza helada pero eso sí sería sacrilegio. Con este
calor es un crimen no poder hacerlo pero mi esposa se enfurece cada vez que
tomo y si me ve tomando es capaz de pedirme el divorcio. Ester se ve
contrariada, tiene ganas de huir se le nota. Detesto esto, la vigilancia me
tiene enfermo. Apenas puedo dormir por miedo a roncar y levantarme temprano
inclusive los fines de semana me tiene con un cansancio persistente. Me da
miedo que la cantidad de veces que miro hacia el cielo va bajando, me estoy
acostumbrando a este mundo de comportamiento retraído.
El día
transcurrió sin cerveza y sin ningún sobresalto, plano como la Tierra antigua.
García llega a su casa a la misma hora de todos los días y encuentra a su señora
frente al televisor revisando con detalle el video del día de su marido.
-Lo sé,
fue un descuido muy torpe- admitió apesadumbrado.
-¿Te
fijaste cómo miró hacia arriba tu jefe antes de mandarte fuera de su oficina?-
apuntó su esposa adelantando el video a ese momento.
-¡Vaya!
tienes razón. Sus jefes debieron ver que fue algo despectivo conmigo- observó
García algo contento.
-Y por
eso te invitó a almorzar- concluyó su esposa ahora poniendo la grabación en el
momento de la invitación.
García
y su mujer cambiaron de video. Ahora ven el día de ella grabado de levante a
poniente, hasta el segundo mismo donde ella entra su casa para disponerse a ver
el día de él.
Lo
detesto, me gustaría que mi mujer me contara cómo estuvo su día pero a cambio
tengo que ver estas imágenes, observar sus puntos más relevantes y discutir si
es que hay algo, comentar si es que hay algo. Yo preferiría no saber lo que
hace algún día, que llegáramos a casa y comiéramos una rica cena y luego a
dormir sin saber nada del día del otro. Ya ni siquiera puedo pensar estas cosas
sin…
García distraído
mira hacia arriba acordándose que por ahí, en cualquier rincón de cualquier
lado, en las manos de alguien o simplemente pululando por el aire, una cámara
grabadora está dejando todo registrado y todo lo que haga puede llegar a las
manos de todos. No hay salvación, y entonces deja esos pensamientos de lado como
si temiese que la cámara pueda violar hasta esa intimidad porque…
Si algo
he aprendido en este último tiempo es que ya no puedo ser yo mismo, no puedo
hacer lo que yo quiera. Esa libertad ha llegado a su fin pues donde quiera que
vaya hay algo, alguien con una cámara lista para grabar cada uno de mis pasos y
luego entregárselos al mundo para ser juzgado, etiquetado y condenado. Bien…
Y mira
hacia arriba. Su mujer al unísono también lo hace y luego miran la hora. Han
dado las nueve y la convención social los lleva de la mano a la cocina
americana donde ambos colaboran sin decir palabra a la preparación del alimento y
rellenan sus vasos con agua mineral por más que ambos quisieran compartir esa
ensalada con un vino blanco porque el jefe de García ve con malos ojos a empleados
que beben a la hora de cenar y peor las amigas de su señora. En realidad ya ni
compran vino porque si los ven comprando en el supermercado todos se
preguntarán ¿y para qué? mientras repasan el video de ambos pagando por el
licor en la caja registradora.
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