OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

martes, 31 de agosto de 2010

Esperando el Pasaporte

Rincón de los Relatos

Esperando mi turno en el registro civil para sacar pasaporte. Poco más de tres horas de espera me dieron tiempo para leer, observar y escribir. Esto último sobre una factura porque tenía lápiz pero ningún otro papel.

Sentía libertad, caminar sin rumbo a un lugar sin ser forzado y sin quererlo. Pero camino atado a un número de espera, un lazo atado a mi pie que en algún momento dejará su flacidez liberal y me recodará que debo volver, que he escogido la vida que eligen todos creyendo que el hilo nunca rebanará el pie. Camino sobre zapatos, en mi cuello joyería corbatiana y aguanto el aliento para respirar hacia fin de mes.

Escucho en mis audífonos a cierta autoridad de algún tipo, dice subió una clase de cifra a nivel país, de esas importantes ¡qué orgullo! seremos desarrollados en poco tiempo. Estoy parado junto a un basurero. Veo a un hombre elegante, gabardina al tobillo, habla por su celular de pantalla táctil y da la impresión que habla de cifras elegantes de muchos ceros extranjeros. Fuma la cola de su cigarrillo, se acerca a mí y lanza al suelo y lo pisotea para asegurar su muerte. Todo esto a dos pulgadas del basurero. El crecimiento de otras cifras, el país en rumbo al primer mundo.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Rebeldes Busca-Causa

El Rincón de los Relatos

- La cosa es hacer ruido viejo.
- Así es, esto no puede ser. Diablos qué facilidad para ser unos imbéciles.
- El gobierno no nos puede hacer esto, no podemos quedarnos así.

Los rebeldes entonces colocaron todo su empeño a favor de la causa, cual trataba estar en contra de otra causa. Se pusieron los guantes, tomaron las armas y se conectaron a internet. Llenaron el mundo virtual con videos ajenos y frases robadas para mostrar su enorme descontento.

- Así aprenderán.
- Lo importante es hacerse escuchar.
- Somos imparables, mira cuanta gente nos apoya.

Miles y miles de personas se unieron a la causa. “No puede ser”, “inaudito”, “nos habían prometido otra cosa”. Es que los humos industriales aprobados por el gobierno ponían en peligro una bandada de pingüinos. “Los van a matar a todos” versaban los rebeldes con convicción informada, científicamente apoyados.

- Tenemos que aprender a vivir todos unidos, humanos, naturaleza.
- Si, ya basta de discriminación, especismo, racismo, basta todos.
- Cuándo aprenderán que necesitamos paz, integración.
No faltó el pobre inmoral que se atrevió a contradecir a los rebeldes. “Creo que los humos traerán progreso”. Imbécil, desgraciado, estúpido y luego sólo improperios. Se encargaron de publicar su nombre por doquier, su foto, y todos le escupieron la cara a través de sus computadores. “No podemos tolerar a ese imbécil”, “muerte al desgraciado”, “a linchar al estúpido”.

- El gobierno sólo cuida el interés económico.
- Nadie respeta la naturaleza.
- Por eso digo que hay crear un mundo más tolerante. Como nosotros. Modernos.

Los humos industriales fueron detenidos en todos lados. Había que cuidar a los pingüinos, a los árboles, las flores, las aves, los peces. Los rebeldes nunca cesaron, nunca se rindieron y siempre que alguien salía con una idea ellos protestaban desde sus pantallas.

- Me opongo.
- Me opongo.
- Me opongo.

Ese era el discurso.

La nueva y genial idea del gobierno. A falta de electricidad iban a racionar la corriente.

- No, esto sí es intolerable.
- Malditos corruptos, apuesto que en sus casas la luz no se contará.
- No podemos quedarnos así.

Claro que no. Encendieron sus computadores con violencia, blandieron las espadas del posting y las dagas del blogging y plagaron al mundo virtual con amenazas, protestas y querellas. Miles de adherentes se unían a la causa de los rebeldes. Los culpables tendrían que pagar.

- A mí no me van a dejar sin luz.
- Pagamos impuestos, pagamos la cuenta y todavía se atreven a plantear esto.
- No nos dejemos atropellar. Hoy salimos a la calle.

Y rápidamente hicieron doble click en el ícono de internet y no se detuvieron en todo el día.

lunes, 23 de agosto de 2010

Kits Para Un Suicidio Con Clase 2.0

Sección Hágalo Usted Mismo
Debido al éxito en ventas de los Kits Para Un Suicidio Con Clase (link) Garbage Store ha hecho un esfuerzo extraordinario para sacar a la venta una nueva serie de kits con todo lo necesario para cometer un suicidio con clase. Porque si te vas a matar, hazlo bien, muestra tus emociones, impacta al mundo con una última manifestación artística. Como en la versión anterior cada método posee no sólo una descripción, también una reseña sobre su efectividad, complejidad, nivel de dolor, consecuencias de una falla y la impresión artística.
Atropello: Un suicidio violento y público. Un método más bien moderno donde la muerte se logra al impactar el cuerpo contra un vehículo que circule a alta velocidad ya sea por rieles o por una carretera. Sólo requieres dar con una avenida o una estación de metro y lanzarte contra el vehículo en movimiento calculando el momento exacto para un impacto inevitable.
Efectividad: Depende de un concepto físico clásico. Mientras más pesado sea el vehículo mayor la efectividad y mientras mayor sea la velocidad de éste al momento del impacto será todavía mejor. Consejo: Si utilizas el metro, apégate al extremo del túnel desde donde emerge el metro ya que será el punto de mayor
velocidad de la máquina y por tanto el punto de mayor efectividad.
Impresión Artística: Público, sorpresa, terror, caos. No sólo forzarás a los pasajeros a ver tu cuerpo destrozarse contra el vehículo, también provocarás la detención del tráfico y la atención estará puesta en ti, en tu cuerpo inmóvil, en tu rostro inerte. Una imagen que ningún presente podrá olvidar en toda su vida.
Complejidad: Media, depende de la buena sincronía y la desición suficiente pues un paso en falso y puede significar la diferencia entre el éxito y una vida de discapicidad cuadrapléjica.
Dolor: La intensidad depende de la rápidez de la muerte. Bien ejecutado el método puede causar muerte inmediata y por tanto dolor nulo. Pero cualquier
imprecisión causaría una agonía probablemente dolorosa, al menos varios huesos quebrados.
Si Falla: Una larga estadía en un centro médico, eso es seguro. Si te aseguraste un impacto con un vehículo realmente enorme o realmente a gran velocidad puedes quedar con secuelas de por vida incluso en estado vegetativo.
*El kit incluye un ticket para el metro.


A lo Bonzo:
Exponerse al fuego es algo que el cuerpo evita a toda costa y es por una sencilla razón. Este método explota esa razón y es que expuesto al fuego el cuerpo comienza a consumirse hasta carbonizarse y finalmente fenecer. Para lograrlo debes rociar tu cuerpo con material combustible para luego aplicar un fósforo o un encendedor sobre ti. Arderás como si estuvieras en el infierno provocando tu muerte en unos cuantos minutos.
Efectividad: La mu
erte a lo bonzo es segura siempre que el material combustible arda con rápidez y el fuego alcance todo el cuerpo. La clave es no ser interrumpido, el tiempo es fundamental para que funcione el método pues es una muerte lenta pero segura si se respeta el tiempo.
Impresión Artística: Dolor, destrucción, cenizas. Tu cuerpo se verá pulverizado, esquelético y carbonizado. Todo acompañado de un ambiente negro,
humeante, un hedor pesado, pequeñas llamas aun ardiendo. Un cuadro espectacular, la muerte, el dolor. Escoge un lugar público y tu obra será plasmada para la eternidad.
Complejidad: Baja en ejecución, alta en tiempo requerido pues la verdadera dificultad recae en el tiempo necesario para morir. Nadie debe interrumpir el proceso hasta tu muerte o si no podría ocurrir el riesgo de un rescate exitoso. El
combustible y el fuego los puedes obtener fácilmente.
Dolor:
Épico. Sufrirás hasta el último momento por el ardor de tu piel y la inevitable respiración de brazas ardiendo que encenderán tus pulmones y organos internos en un dolor insoportable. Esta razón es la que hace tan impopular este método pero la impresión artística es inmejorable.
Si Falla: Nunca te recupararás completamente de las sicatrices de quemaduras, de aspecto tétrico si quedan en el rostro además de perder la sensibilidad nerviosa en aquellos sectores. La mala suerte puede hacer que terminen ampután
dote algún miembro para ¡oh ironía! salvarte la vida.
*El kit de "a lo Bonzo" incluye un encendedor y una carga de gas de respuesto.

Sofocarse: Un método lógico pero raramente utilizado. Impedir la entrada de oxígeno al cuerpo es evidentemente una solución factible de suicidio pero la falta de creatividad i
mpide encontrar un método que realmente funcione. El kit de sofoco recomienda usar una bolsa plástica. La mecánica debe impedir al oxigino pasar a través de la nariz y boca. Para ello se utliza una bolza plástica con algún método de amarre al cuello ya sea velcro, cierres o amarras. Te pones la bolsa como un sombrero y la aseguras al cuello. El resto será historia.
Efectividad: Alta incluso con una amarra poco eficiente. Al intentar respirar la bolsa se pegará a tu cara y se terminará el oxígeno disponi
ble. Se recomienda elaborar algún método para alejar las manos de la cara cosa que la desesperación no lleve a sacarse la bolsa del rostro. Todo dependerá de tu temple y decisión.
Impresión Artística: Desesperación, agonía, paz. Tan particular suicidio tiene un impacto confuso en los espectadores. P
or un lado ven tu rostro sofocado, tu expresión desesperada al tratar de respirar, muecas de dolor e histeria. Por otro, ninguna otra señal, ni heridas, ni sangre, nada. Una muerte limpia pero agónica, pacífica pero definitiva.
Complejidad: Baja pues este método tiene una sola gran complejidad: superar la histeria. Quedar de pronto sin oxígeno puede dejar a tu mente
vagar en la locura y el descontrol, tanto que involuntariamente tratarás de salvar tu vida renunciando así a la tan ansiada muerte. Si logras superar la histeria la muerte será mucho más sencilla.
Dolor: Mucho se especula sobre morir de esta manera. Lo más seguro es que te cause un fuerte dolor de cabeza, mareos y náuseas. El dolor sufrido
depende de cuan rápido pierdas la conciencia. Una vez pasado esto el dolor desaparece. Y la vida.
Si Falla: Puede ser desde una ejecución sin secuelas hasta quedar vegetal. Si te rescatas tú mismo es posible la ausencia de secuelas pero si te rescata otra persona depende ya del tiempo que demore. Si llega muy tarde, pero a tiempo para salvar tu vida, puedes perder funciones vitales del cerebro.
*El kit incluye una bolsa de plástico con un velcro superseguro elaborado especialmente para preservar alimentos fuera del alcance del oxígeno.

Ahogarse: Un
método bastante más común. Simplemente encuentra dónde sumergir tu rostro en agua el tiempo suficiente para perder la conciencia y luego la vida. Nada más ni nada menos.
Efectividad: Todo depende de asegurar el tiempo suficiente bajo el agua. Mientras mayor sea más efectivo el método. No se necesita ningún factor externo extra.
Impresión Artística: Coloración, reflexión, impotencia. Imagina tu cuerpo hundido en la tina de baño, morado por el frío y la privación de oxígeno, ojos vidriosos, cuerpo flotante. Una muerte demasiado premeditada, terroríficamente lenta y p
asiva, elegante inclusive. Verán el cuerpo de una persona que pareció morir reflexionando sobre la vida, sobre la muerte sobretodo.
Complejidad: Todo depende del método escogido para permanecer bajo el agua. Con la frialdad suficiente puede que no necesites más que una tina llena de agua pero un objeto pesado amarrado al cuerpo para tirarte al fondo del agua o bien tapar la salida con un objeto inamovible pueden ayudar a sortear la dificultad de perd
er el esfuerzo por los reflejos intentos de sobrevivencia del cuerpo.
Dolor: Infarto cerebral o la corazón. El que ocurra primero te matará. Mientras tanto sufrirás dolores parecidos al del sofoco con la lenta pérdida de conciencia, mareos y la desesperación involuntaria que provoca el método.
Si Falla: Ya lo sabes, provación de oxigeno al cerebro por demasiado tiempo te puede dejar sin mover piernas, brazos, del cuello hacia abajo y si es por más tiempo quedarás con tanta conciencia y vida como una planta.
*Se incluye en el kit tapones para la nariz para aquellos que no soportan el agua entrando por sus fosas nasales.

No olvides: Garbage Store no se hace responsable del uso que le den los clientes ya sea causen la muerte o alguna consecuencia en vida indesea
da. Es tú vida y es tú responsabilidad. Eso sí, los kits deben ser usados como última herramienta porque recuerda: con el suicidio se pierde todo, lo bueno, lo malo y lo feo de la vida.

domingo, 22 de agosto de 2010

Ojos de Hielo / Poison Prince

El Rincón de los Relatos

Historia basada en "Poison Prince" de Amy Macdonald

“A poetic genius is something I don’t see”
Ojos de hielo, cómo derretirte con mis ojos de acero, fríos, metálicos e inertes, sin historias qué contar, sin pasiones para asombrar.
“Why would a genius be trippin’ on me”
Mis lentes y mi gerencia nobiliaria, diploma impotente, me hacen un genio sin intelecto, un astuto sin claridad, un poeta sin rimas.
“And he’s looking at me right now”
Témpanos magnéticos.
“But what he can’t see”
Me esfuerzo por caminar espalda recta y mirada distante, dueño de un poder más allá del alcance plebeyo. Respiro éxito, exhalo júbilo.
“Is that I’m looking through his eyes”
Tal vez así.
“So many lies be
hind his eyes”
Si, para llegar acá hice grandes trabajos, escalé filosos desfiladeros llenos de ratas en la vía y lobos esperando por mis errores. Qué brabucón pero esto del héroe debiera funcionar.
“And tell me stories from your past”
Qué complejo es mirarte mientras le pongo endulzante a mis adornadas palabras, paso cerca de ti con libretas bajo el brazo jugando con mi lápiz en la mano como quien acaba de resolver la ecuación del universo.
“Sing me songs you wrote before”
¡Mira lo que hice! ¡Mira adónde llegué! ¡Vengo de un pueblo eriazo y ahora toco la nube de la victoria!
“I tell you this my poison prince”
Tus ojos de hielo no se sorprenden con nada ¿verdad?
“You’ll be son knockin’ on heavens door”
Miras a través del vidrio empañado, lo que realmente hay detrás, esta farsa, mi poder sin trono, el olor a dinero de juguete, lo poco de mi orgullo una pirámide hueca.
“Some kinda poison prince with your eyes in a daze”
No te importa ¿verdad? ¿me importa a mi?
“Some kinda poison Price your life is like a maze”
No me mires así, todo se me viene abajo, preferiría ser un pordiosero ahora, respirar y vivir y respirar.
“And what we all want and what we all crave”
Incluso más simple que eso.
“Is an upbeat song so we can dance the night away”
¿Es todo lo que quisieras de mi para tus ojos entren en fuego y derritan el hielo? ¿Por qué te interesa todo lo que no soy? ¿Por qué no te interesa lo que debo dejar?
“Oh who said life is easy”
Tus ojos de hielo lanzan mi vida al suelo.
“Who said life was fair”
Los veo y todo se vuelve un castillo de arena.
“Who said nobody gives a damn and nobody even cares”
Lo agarras a patadas, nadie más, todos miran admirados, pero tu pasas a su lado, y pareces no notarlo, no te importa, a ti no te importa.
“The way you're acting now like you left that all behind”
Yo también lo agarro a puntapiés, furioso le vuelco un balde con agua. No, no puedo.
“You've given up, you've given in”
Sigo esperando que veas mi reinado invisible, deslumbrarte con lo lejos que he llegado. ¡Aaah! El olor a cuero, a último piso, a admiración, a envidia. A hielo seco, inmutable.
“Another sucker of that slime”
Lo puedes ver ¿verdad? Frente a ti actúo como si no me importara, como si fuera un poeta buscando la miseria pero nada más lejos y tus ojos de hielo lo saben mejor que nadie. Otro monolito andante con sombrero de copa y bastón de marfil.

viernes, 6 de agosto de 2010

Espacio Sin Estrellas

Rincón de los Relatos

Despertó gritando, sudando, con los ojos hinchados y la mano derecha húmeda aunque esto último sólo la última ilusión del sueño. La maldita pesadilla recurrente, la reacción inicial de siempre: levantar su mano y observarla otra vez llena de sangre, un parpadeo y el sueño y la sangre desaparecen. Está sólo como siempre, él, la cama, un aparador lleno de libros, todo dentro de una caja de metal suspendida en el espacio como guardián de una ruta interestelar tan transitada como un desértico camino rural a miles de kilómetros de cualquier cosa. A millones de años luz.

Se levantó y caminó pesadamente hasta la ventana. Miraba el espacio, su rostro reflejado en el vidrio, la cara de un asesino infame, envejecido por el desprecio a sí mismo, acabado por el miedo y la soledad. Odiaba a ese hombre que se negaba a pagar sus culpas. Miraba su mano derecha en el reflejo y temblaba, rítmica y violenta bajo el yugo silencioso del martillo de repetición que minutos antes descargaba su ira sobre su infiel esposa y sobre la única testigo del crimen, su pequeña hija Katy de cuatro años. Volvía a mirar su propia mano que temblaba enferma de los nervios.

Salió de su dormitorio a la otra habitación de la estación espacial. Un gran compartimento repleto de herramientas, piezas de metal y una placapantalla todo iluminado por cuatro largas hileras de tubos de luz que cruzaban la habitación de un extremo a otro. Aquél lúgubre reducto de la humanidad fue el final de su huída. Nadie lo encontraría allí no sólo por lo recóndito del paraje sino porque era bien sabido que los guardianes de estaciones tan remotas solían ser la escoria autoeliminada de la sociedad. Llevaba dos años allí y no había visto más que veinte naves cargueras salir del hiperespacio y a los cinco segundos saltar hacia otra lejana estación como la suya.

Se sentaba todos los días, iluminados por las débiles estrellas y la estéril luz eléctrica, a leer libros de papel o en la placapantalla. Personajes de literatura y poemas repetidos mil veces se convirtieron en sus acompañantes en el exilio, se castigaba negando toda conexión con el mundo. No se aburría pero tampoco se divertía, simplemente dejaba pasar el tiempo lento y cadencioso al ritmo mismo del espacio profundo. Frente a la placapantalla una luz roja iluminó su rostro de pronto. La alarma visual que no había visto más de veinte veces en estos dos años.

Una carguera del tamaño de una casa familiar apareció desde el hiperespacio precedida por tres destellos luminosos sin sonido, relámpagos sin trueno. Lentamente giraba para apuntar y saltar a la siguiente estación. Cinco segundos y entonces la nave se detuvo por completo, las luces se apagaron y a él le pareció que los motores se detenían también. “Esto es nuevo” pensó con una mezcla de emoción y desgano por interrumpir su consabida rutina. Sabía lo que tenía que hacer: se dirigió a la compuerta al final de la habitación, se puso el traje espacial colgado a un costado, abrió la escotilla y frente a él un asiento de la nave empotrada a la estación.

La pequeña nave utilitaria avanzó lenta pero sin vacilación hacia la cabina de la carguera. Con sus focos delanteros iluminó el centro de control donde por protocolo los tripulantes de una nave encallada deben dirigirse. Apuntó las luces directamente a la cabina pero yacía vacía, impoluta como de nave recién fabricada. Jugó un momento apagando y prendiendo luces, cambiando intensidades pero nadie se asomaba. Empezó a preocuparse ¿Estarían muertos?

Aparcó junto a la escotilla de la carguera que cedió de inmediato al tratar de abrirla. Ya dentro de la nave se dio cuenta que estaba todo a oscuras y en silencio, ni electricidad ni motores funcionando. Clásica galera logística se componía de una enorme bodega que ocupaba más de la mitad de la nave repleta de containers del mismo tamaño. La otra mitad dividida en dos pisos, el superior con las acomodaciones para sus tripulantes y el inferior consistente en la sala de máquinas y motores. -¡Hola!- gritó -¡Soy el guardia de la estación, hay alguien!- nada, ni siquiera un eco -¡Hola!- y el grito se desvanecía sin respuesta. De pie a un costado de la bodega encendió su linterna y decidió caminar hasta una escalera metálica y subir a los camarotes.

Apenas puso un pie en el pasillo unos tubos de luz en el techo irradiaron en rojo una luz de emergencia. La luz era densa, continua sin embargo emitía un zumbido intermitente y molesto por su inconsistencia. Volvió a poner la linterna en su bolsillo y continuó por el pasillo hasta la última puerta a la derecha que decía “CAPITAN” con letras grabadas artesanalmente. La puerta estaba entreabierta, la empujó y el influjo escarlata invadió los aposentos del capitán. Una litera, un velador, un escritorio y sobre este una placapantalla era todo dentro de la estéril habitación. Sólo una cosa llamó su atención. Sobre el escritorio había un diario de papel que mostraba la foto de una hermosa mujer con una pequeña niña en los brazos y enormes letras rojas que gritaban horrorizadas “Espantoso Asesinato En Centra”. Corrió a leerlo y se dio cuenta que en un apartado inferior salía una pequeña foto suya junto a un morboso “Esposo y padre de las víctimas principal sospechoso”. El diario tenía fecha de hace más de dos años atrás.

“Entrando al hiperespacio en diez segundos” chilló de sopetón una voz metálica y femenina. Espantado, arrojó el diario y corrió a la cabina. “nueve” no podía ser, nadie estaba allí, la nave se había activado sola. “ocho” un estruendo. “siete” los impulsores hiperveloces se encendían. “seis” la luz roja de emergencia era reemplazada por una deslumbrante luz blanca. “cinco” presionaba cuanto botón había. “cuatro” desesperaba - ¡No puede ser!- “tres” -¡desactivar!- “dos” -¡apagado de emergencia!- “uno” -¡ESPERAAAA!- “salto”.

Recorrió todas las ventanas de las habitaciones y el resultado fue el mismo: estaba en medio de un espacio sin estrellas, a millones de trillones de siglos luz de cualquier cosa. – ¡Papito!- escuchó de pronto una voz lejana, encerrada. -¿Katy?- dijo en voz alta y la niña respondía -¡sácame de aquí papito!- era ella, su hija lo llamaba de algún rincón de la carguera inundada nuevamente en un denso color rojo y un zumbido que recorría el cerebro miles de veces, una y otra y otra vez. -¡Dónde estás!- gritaba corriendo en dirección a la bodega. -¡La caja papito, la caja!- desesperado apoyaba su oído sobre los contenedores metálicos tratando de dar con el que encerraba a su pequeña hija. -¡Te sacaré, no te preocupes!- le anunció emocionado al encontrar la caja que contenía a su pequeño tesoro, una luz divina iluminó su camino a una barra de acero y un relámpago estelar acompañaba sus lágrimas emocionadas. Encajó entonces la barra con el candado del contenedor y jaló con todas sus fuerzas hasta que la tapa cedió. –Gracias papito- dijo la niña demacrada por el encierro mientras le extendía a su padre un martillo de repetición ensangrentado. “Uno… salto”.

La sacudida del salto al hiperespacio lo botó dentro del conteiner. Quedó a oscuras pero recordó su linterna. -¿Katy?- estaba sólo dentro de la caja, ni una carga, ni su hija, ni la tapa cedía. El corazón se le subió a la garganta, sus manos temblaban desesperadas y sin control, un sudor helado empapaba su cuerpo y sus pies enloquecieron dando furiosas patadas a la tapa que porfiaba en su hermetismo. -¡AUXILIO!- aulló desesperado decenas de veces y escuchaba horrorizado su propio eco que lo sentía ajeno, era suyo, era su voz, no, no era él, mil ecos desgarrados por la muerte lo llamaban imitando su voz.

Cuando ya cansado de gritar se entregaba manso al horror de ser mutilado por el abandono escuchó un sonido. Alguien abría la escotilla de la carguera. -¡Hola!- gritó la voz y él no respondió porque reconoció la voz de inmediato. -¡Soy el guardia de la estación, hay alguien!- no había razón para pedir ayuda porque él lo sabía -¡Hola!- no lo escucharía.