OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

viernes, 15 de octubre de 2010

Blog Action Day 10': Agua

Rincón de los Relatos
Nota: Como todos los años, el 15 de Octubre fue declarado por las comunidades online como el dia de acción del Blog en el que llaman a los blogeros del mundo a hablar sobre un mismo tema de interés mundial. Este año propusieron hablar sobre "Agua". Recordé de inmediato una anécdota universitaria. Un profesor de un ramo con intensión filosófica dijo "las guerras en el futuro serán por agua" con su voz y acento tan graciosamente imitado por mis compañeros sonaba absurdo, tanto que fue objeto de risas por lo menos durante un par de años. Todavía me da risa, aún lo veo como una tontería. Yo creo que de acabarse el agua va a pasar lo mismo que con todos los bienes escasos y valiosos en este mundo.

EL NUEVO CICLO
Las nubes negras invadían el cielo, corría un viento suave, cálido y silencioso. Los granjeros conocían muy bien el clima y se preparaban para la cosecha. Tom, dueño de la finca, dirigía a su familia, sus 3 hijos, su señora y su hermano, para los preparativos y evitar perder una sola gota de la lluvia que arreciaba. Arropados con impermeables salieron de la casa y corrieron al silo donde guardan las máquinas recolectoras, unas viejas torres sin embargo funcionales todavía aunque como consecuencia muy pesadas. Cada familiar acarreó lentamente una máquina al exterior y una vez enganchada al suelo comenzaron a ensamblarlas con la agilidad y fluidez de un acróbata experimentado. Caían las primeras gotas y al mismo tiempo las torres se encendían. Emitían un ruido ensordecedor y monótono, dulce para los oídos de los granjeros que esperaban junto a sus máquinas el momento en que empezaran a trabajar. Guardianes junto a su tesoro más preciado dispuestos a saltar frente a ellas si alguien les intentara balear. Llovía fuerte y sobre las torres se armaban verdaderos remolinos que atraían toda el agua que pasaba cerca de ellos para ser arrastradas directamente a los enormes contenedores ubicados más abajo. La pericia de los granjeros era tal que ninguna gota dentro de su pequeña finca caía al suelo. La tormenta fue torrencial y las torres casi llegan a su tope máximo, cinco mil litros y un poco más habían logrado reunir en toda la jornada, la mejor desde hace más de siete meses. Tanta fue su alegría que cada uno sacó con sus manos lo suficiente para brindar con un sorbo de agua-lluvia.

Edward Goldwater sostenía un vaso de agua pura entre sus dedos, la miraba, cataba su liquidez, su densidad perfecta, transparencia cristalina, tenía por costumbre hacerlo todos los días mientras se paraba frente a la ventana del piso cincuenta del edificio corporativo de su empresa acuífera. Sonó su teléfono al que contestó con sólo volverle la vista. “Señor” llamaba un hombre “otra vez están los manifestantes” y al retirarle la mirada la llamada se cortó. Después de todo era lo mismo de siempre. Edward quizás los esperaba todas las mañanas, para leer sus carteles luminosos “devuelve el agua”, “precios justos por agua más pura”, “Sus 40 no son los nuevos 60”. Quizás los esperaba con el vaso de agua pura en la mano para provocarlos. Lentamente bebía el agua totalmente insípida para luego alzar el vaso vacío y ofrecer un brindis a los manifestantes llenos de energías pero que desde su ventana tenían el tamaño de unas hormigas.
¡Tienes que estar bromeando! – vociferaba un hombre mirando televisión en un bar.
Esto no se va a detener nunca caballero y más encima es cada vez menos pura – comentaba el barman tratando inútilmente de limpiar un jarro cervecero con un paño seco.
-  Ni que lo diga amigo ¿se acuerda que antes hasta se podía comprar Potable 100? – lo decía sin apartar la vista del televisor donde mostraban imágenes de personas llenando bidones con un agua algo turbia que les entregaba un camión municipal.
Dicen que no la venden más porque la lluvia viene demasiado sucia – dijo el barman recordando un dato que escuchó de otro cliente. El otro sólo se limitó a observar su resto de cerveza y reía por lo mucho que había pagado por ella.
La hacen con Potable 40 pero no puede negar que es buena a pesar del precio – intuyó el barman sin convencer del todo a su parroquiano que miraba su vaso con cierta nostalgia.
¡Cómo le va Gastón! – un hombre que entraba al local llamaba al barman por su nombre.
¡Amigo Jorge! Un traguito para compartir con el caballero – le extendió un tarro de cerveza de la misma calidad que el del ya sentado tras la barra.
Bien me viene fíjese, el negocio está cada vez peor – lamentaba aunque sin amargura.
¿A qué se dedica usted?- preguntó el cliente al recién llegado.
Reciclaje- bebió un trago y continuó- saco agua de donde sea y se la vendo a Goldwater-
Esos ladrones- reclamó el barman- cada vez está más cara la cerveza por su culpa, hace un año que no tengo nada mejor que potable 50- seguía restregando el jarro de cerveza sacándole chispas de tanta aridez.
Me lo dice a mí, me compran cada vez más barato porque dicen que la calidad del agua ha bajado- terminado el trago golpeó el vaso con violencia en la barra- ¡es agua para reciclar maldita sea, cómo diablos esperan que esté limpia!- sacó un paño de algodón del bolsillo para limpiar la poca cerveza que derramó con el golpe y lo volvió a guardar cuidadosamente.
¿Está lleno el baño?- preguntó Jorge repentinamente calmado.
- Justo vienes a tiempo, pasa-
 - Gracias- sacó entonces un bidón de lata y se dirigió directo al baño. El barman seguía restregando y veía a su cliente observar a Jorge con curiosidad.
Para su suerte- decía al cliente indicándole al tipo del bidón- la cerveza todavía conserva sus propiedades diuréticas así los bares se convierten en minas de oro para los recicladores- El hombre miró su cerveza con cierta inquietud, levantó los hombros y sorbió hasta la última gota.

lunes, 11 de octubre de 2010

Sofía Virgo y El Vinilo

Rincón de los Relatos

Sofía Virgo, adolecente colegial que hace las veces de detective cuando sus amigos están en problemas. Puedes revisar todas sus historias siguiendo Este Link.

Vinilo

- Mi colección está arruinada – lamentaba Martín Andrade.
- ¿Estás seguro que no le hiciste esto tú? – preguntó Sofía por rutina.
- ¡Ni de broma! ¡Sólo míralo cómo está! – y le volvía a mostrar el vinilo con un rayado enorme que cruzaba el disco de lado a lado.
- Bien, me llamaste entonces…
- Porque quiero saber quién le hizo esto – reclamó Martín convencido del carácter criminal de su disco dañado.

Cuando Martín le contó de su problema por teléfono ella creyó que era tan sólo un accidente, algún descuido. Pero cuando vio el disco sabía que era imposible. Un raro vinilo de Los Beatles titulado “Meet The Beatles” de color marrón tenía un profundo socavón que cruzaba el disco casi de lado a lado en una curva un tanto menos pronunciada que la curvatura propia del disco.

- Bien, entonces partamos con algunas preguntas: ¿cuándo te diste cuenta de esto?-
- Minutos antes de llamarte. Como siempre admiré la portada de la funda y entonces, apenas saqué el disco, veía aparecer el rayado– y seguía mirando el daño como si no lo creyera.
- ¿Y cuándo fue la última vez que lo viste en buen estado? – Sofía estaba ansiosa por tener el disco en sus manos pero la contenía el luto de su compañero de curso.
- El sábado pasado, siempre reviso mi colección de Los Beatles los sábados – Sofía lo miró y le tendió la mano. Reticente Martín le entregó el objeto del crimen. Suavemente le pasó el dedo a la fractura, miró el disco por ambos lados, volvió a observar detenidamente la línea que dañaba para siempre el vinilo.
- Dime algo – dijo Sofía señalando la parte dañada – este es el reverso del disco ¿no es así?- Martín reaccionó sorprendido por una pregunta que ni el mismo se había formulado.
- Si técnicamente sí aunque ambos lados tienen música pero tienes razón. Es como el lado B de un casette-
- Veo que te disponías a tocarlo – se dio cuenta la detective al mirar la mesa tocadiscos. Sobre ella estaba la funda del disco mostrando una foto de los cuatro del grupo en blanco y negro.
- ¿Qué crees que pasó? – preguntó Sofía Virgo mientras tomaba la funda.
- Es evidente, una raya así no es casualidad-
- Tienes algún sospechoso entonces-
- No lo sé, quizás uno de mis hermanos lo hizo por casualidad- divagó dudando un poco de su propia teoría.
- Bien, llámalos y veamos-

Josefa y Miguel, ambos menores que Martín, aparecieron en pijama y algo asustado porque su hermano no fue nada amable al pedirles acompañarlo a su pieza.

- ¿Supieron lo que pasó con el disco de Martín? – preguntó Sofía de inmediato.
- Si pero yo no fui, lo juro – se defendió Josefa.
- Yo tampoco – dijo Miguel.
- Entonces estamos mal porque su hermano dice que fue uno de ustedes – y miró de reojo a Martín para que no interrumpiera- créanme, no tengo más sospechosos. Los pequeños se miraron temerosos pero seguros de su inocencia.
- El Gabriel, ese fue- soltó Miguel encontrando alguien a quién culpar.
- ¿Gabriel? –
- Si, el de al frente. Se la pasa acá en la casa mirando los discos con Martín- se aprovechó Josefa.
- No sean tontos, Gabriel jamás le haría eso a un disco de Los Beatles – reaccionó Martín enojado.
- ¿Gabriel del colegio? – Sofía armaba hipótesis en su mente.
- Si, él también tiene una colección de vinilos. Ayer mismo vino después del colegio a mostrarme un disco de The Doors que se consiguió – recordaba sin problemas.
- Yo creo que deberíamos hacerle una visita-

Gabriel se mostró tan desamparado como el mismo Martín al escuchar la noticia del disco rayado, compartiendo el mismo dolor del profesional coleccionista al perder algo difícil de recuperar. Su plática entre incredulidades y condolencias le permitió a Sofía recorrer con la mirada la habitación de Gabriel. Un estante enorme repleto de vinilos y sobre una mesa varias herramientas llamaron su atención.

- Te puedo prestar el mío cuando quieras escucharlo, no es lo mismo pero… - Sofía interrumpió la conversación.
- ¿Prestar el mío? Te refieres a que tienes el mismo disco que se le rayó a Martín ¿verdad?- dedujo rápidamente.
- Si, si lo tengo aquí mira- amablemente buscó en lo alto de su repisa y extrajo exactamente la misma cubierta. Sofía se lo pidió a tiempo para sacar ella misma el disco.
- Está en excelentes condiciones. Me gustaría escucharlo- pidió Sofía.
- No puedo verás, mi tocadiscos se dañó y lo estoy arreglando-
- ¿Muy grave?- Sofía ya lo sabía.
- No, es cosa de cambiar la aguja y recalibrar el brazo-

Lo tenía, estaba demasiado claro para ella: Gabriel estaba escuchando el nombrado vinilo cuando se le estropeó la máquina. La aguja debió salirse de eje y herir profusa y prolijamente el lado B del disco marrón de Los Beatles. Simple, pero sin pruebas no podría convencer a Martín de la verdad. Es decir le será imposible creer que su mejor amigo fuera capaz de cometer tan criminal engaño. Por supuesto la forma del rayado le sugería una aguja desviada repentinamente, no había que olvidarlo.

¿Puedes intentar adelantar cómo probará Sofía la culpabilidad de Gabriel? Ella misma se imagina en varias situaciones donde sabe que llegará a la verdad. Piensa en buscar la pista clave en la casa de Gabriel o invitar a los dos a la casa de Martín y allá demostrarles su teoría. Sea cual sea su elección estaba segura, atraparía a Gabriel.

[Sofía la deductiva] –Martín, si vamos a tu casa y Gabriel nos acompaña podré explicarte cómo es que llegó tu disco a semejante estado- dijo categórica para sorpresa de ambos.

- ¿Estás segura? porque la verdad yo no tengo idea qué pasó y he estado contigo todo el tiempo- señaló Martín ansioso y algo incrédulo.
- Vamos a tu casa y verás. Gabriel, ¿nos acompañas?- los tres cruzaron la calle que separaba a los vecinos y se reunieron una vez más en la casa de Martín. Sin esperar nada Sofía lanzó la primera piedra.
- Gabriel, apenas vi la mesa llena de herramientas supe que había una relación con el disco de Martín. Objetos peligrosos, punzantes en una habitación llena de vinilos y justo aparece uno rayado de lado a lado. Demasiado- sentenció.
- ¿Qué tiene que ver eso?- Gabriel se dirigió entonces a Martín –No creerás que yo te iba a robar un disco, ni en broma- el aludido miraba a Sofía en busca de explicaciones.
- Y no lo hiciste. Tu disco se rayó porque lo estabas escuchando justo en el momento en que se te rompió el tocadiscos- Sofía contaba con la dedicación del coleccionista, sólo eso probaría su punto.
- Es sólo una coincidencia, jamás me atrevería a hacer una tontería como esa- se defendió Gabriel convencido.
- Una tontería como cuál ¿perder tu disco más valioso, recordar que tu amigo tiene el mismo, cambiárselo sin que lo note y recuperar un ítem valioso para tu colección?- Sofía se abría de brazos en señal de obviedad –tienes razón, es una tontería pero sabes, cometiste un error tan tonto que te vas a sorprender.

Sofía entonces se dirigió al estante de discos de Martín y sin avisar comenzó a sacarlos uno a uno. Tomaba las fundas, colocaba la portada de frente a sus ojos y sacaba el disco.
- Lado A, lado A, lado uno, lado A, lado uno, podría seguir así toda la tarde miren- y seguía haciendo lo mismo disco por disco- lado A, lado uno, lado A, creo que Martín entendió mi punto- y lo miró esperando que el concluyera el final de la historia.
- Pero cuando yo saqué mi disco lo hice con la portada de frente y vi salir de a poco la raya que cruzaba…-
- El lado B del disco, inusualmente mal guardado- Sofía miró a ambos amigos, Gabriel no reaccionaba y apenas logró balbucear “perdona Martín, perdona” y sin tener nada más que hacer la detective prefirió dejarlos solos arreglando su amistad ahora puesta a prueba frente a la obsesión del coleccionista por tenerlo todo a cualquier costo.

 
[Sofía la científica] –Me tiene intrigada tu tocadiscos ¿puedo verlo?- Sofía ya caminaba directo a la mesa.
- No hay mucho que ver ahora, esta desarmado y no he limpiado nada. No hasta que termine claro.
- ¿Y cuando le pasó esto?- como los clásicos detectives Sofía sacó una lupa y comenzó a indagar la mesa centímetro a centímetro.
- El jueves mientras escuchaba… - la detective lo interrumpió con la palma de la mano mientras seguía mirando con la lupa.
- ¿Sabes lo que yo creo que estabas escuchando? El disco marrón de Los Beatles- los amigos se miraron sorprendidos. Sofía era inteligente ya lo sabían pero de ahí a sentenciar con tanta seguridad una deducción como esa era increíble incluso para ella.
- ¿Qué quieres decir?- Gabriel dejaba mostrar algo de enojo.
- ¿Te imaginas lo difícil que debe ser tener un disco valioso rayado de esa manera sin saber cómo pasó? ¡oh, claro que lo sabes! Debe parecerte imposible que algo así haya pasado sin que Martín se enterara- Sofía lo sentía atrapado y no lo soltaría tan fácil- No, no te parece increíble en lo absoluto porque sabes qué pasó: justo ese disco estaba sonando cuando el tocadiscos de rompió, claro que sucedió en esta casa, con tu vinilo y en este tocadiscos-
- ¡Martín te juro que es mentira!- se defendía Gabriel.
- ¿Seguro?- entonces Sofía tomó una aguja adherida a una pieza de plástico en forma de “E”- ¿Esta es la aguja estropeada?- No podía negar eso, la aguja nueva ya estaba en el tocadiscos.
- Si, y qué- el criminal desafiante, caso cerrado.
- Toma- le dijo a Martín y le pasó la lupa- la punta, mírala. Martín acercó la punta al lente y entonces vio la verdad: la aguja tenía rastros de tinte marrón hasta un milímetro desde la punta.
- Te hago una apuesta Martín: apuesto a que si coloco la aguja dentro del socavón del disco marrón calza justo el borde con la marca de tinta- entonces Martín volvió a sacar de su funda el disco dañado el cual andaba trayendo y se disponía a hacer la prueba que le sugería Sofía.
- ¡Espera, está bien, es verdad! el disco dañado es el mío Martín- declaró atrapado entre la evidencia y la conciencia. Martín de todas maneras hizo la prueba científica, dándole una oportunidad simbólica a su amigo. Sofía no perdió la seriedad pero en su interior sonreía triunfante. No había más que decir y despidiéndose con la mirada dejó la casa de Gabriel sabiendo que por más ruin la naturaleza del crimen, ambos llegarían el lunes al colegio como los buenos amigos de siempre.