Rincón de los Relatos
La policía del lenguaje tiene un actuar riguroso y de total conocimiento por la población. Por ejemplo: si un vigilante de la ortografía encuentra en un escrito suyo la palabra “arbol” se considera de inmediato de una gravedad tíldica inexcusable y por lo tanto se le prohibirá usar la palabra “árbol” en cualquier manifestación del lenguaje. Si la vuelve a usar podría conducirlo a que los guardianes de la semántica le arrebaten el derecho de usar la palabra “árbol” y todo su campo semántico. ¿Otro ejemplo? El uso de una palabra no especificada en el Diccionario Oficial como el caso de “tíldica” en este mismo artículo provocaría la prohibición de usar la palabra raíz que en este caso “tilde”.
La policía del lenguaje. Su trabajo es salvaguardar el buen uso del lenguaje pero los todopalabra son incluso más letales. Apenas notan una falta de ortografía acuden de inmediato a los vigilantes no sin antes tratar de inculto e ignorante al infractor usando palabras rimbombantes o dedicándoles vocablos de deletreo imposible. ¿Será necesario que anden siempre con la cabeza hacia arriba y mirando hacia abajo? Cuánta humildad (aclaro que esto es ironía pues los antónimos de humildad me han sido todos prohibidos)
La orgullosa policía del lenguaje: profesionales de elite con la sola misión de liberar al mundo del mal uso del lenguaje que a diario invade de ignorancia e incultura al mundo. Tres fuerzas especiales fueron creadas: los escoltas de la gramática junto a los vigilantes de la ortografía y los guardianes de la semántica. Omnipresentes e inclementes.
La policía del lenguaje tiene un actuar riguroso y de total conocimiento por la población. Por ejemplo: si un vigilante de la ortografía encuentra en un escrito suyo la palabra “arbol” se considera de inmediato de una gravedad tíldica inexcusable y por lo tanto se le prohibirá usar la palabra “árbol” en cualquier manifestación del lenguaje. Si la vuelve a usar podría conducirlo a que los guardianes de la semántica le arrebaten el derecho de usar la palabra “árbol” y todo su campo semántico. ¿Otro ejemplo? El uso de una palabra no especificada en el Diccionario Oficial como el caso de “tíldica” en este mismo artículo provocaría la prohibición de usar la palabra raíz que en este caso “tilde”.
Esto ha hecho de la comunicación un caos. Poetas ocasionales que cayeron en una “hermoza” y estúpida equivocación tienen dificultades para enamorar a sus musas y peor todavía cuando en un esfuerzo por reemplazarla han caído en una torpe “vella” o una tonta “presiosa”. ¿Cómo decirle a una mujer que es hermosa si te han prohibido cuanto sinónimo hay de la belleza? Ni hablar del lenguaje cotidiano. Ya nadie te pregunta “¿Cómo estás?” ni modo: ¿quién diablos recuerda en qué momento poner la tilde en la “o” y cuándo no? Los vigilantes de la ortografía son especialmente inflexibles en lo diacrítico.
Otro caso. Usted ya habrá notado que mi artículo carece de comas. Por una consideración de los escoltas de la gramática me han sido prohibidas y en su lugar uso conjunciones como “y” u “o” y cuando puedo los dos puntos. No pude hacer nada porque consideraron su mal uso al poner la coma a continuación de un cierre paréntesis. Ni siquiera fue mi intención pero bueno ya que el error fue insoportable para los escoltas de la gramática me dejaron sin coma.
Es así como ha surgido una nueva alta sociedad llamados los (con la palabra ya certificada) todopalabra. Uno puede identificar a un todopalabra porque te saluda pedante con un “¿cómo le va?” seguido de un “¿qué hay de nuevo en su día?”. Esto porque se cuentan diecinueve de cada veinte personas que han perdido el uso del “cómo y como” y el “qué y que”. Lo pronuncian siempre con una leve entonación remarcada en la tilde cuando corresponde haciendo notar su condición social en el saludo mismo. Por el contrario alguien de baja escala social se limita a la reverencia como saludo por la cantidad de posibilidades de lenguaje que ha perdido.
La policía del lenguaje. Su trabajo es salvaguardar el buen uso del lenguaje pero los todopalabra son incluso más letales. Apenas notan una falta de ortografía acuden de inmediato a los vigilantes no sin antes tratar de inculto e ignorante al infractor usando palabras rimbombantes o dedicándoles vocablos de deletreo imposible. ¿Será necesario que anden siempre con la cabeza hacia arriba y mirando hacia abajo? Cuánta humildad (aclaro que esto es ironía pues los antónimos de humildad me han sido todos prohibidos)
Debo admitirlo: solía detestar sobretodo las faltas ortográficas. No tanto la semántica con historias como la de “apañar” que está prácticamente anulada del lenguaje por su pésimo uso y no tanto la mala redacción ya que después de todo el uso de comas y punto y comas es casi para un doctorado. Pero desde la aparición de la policía y los todopalabra estoy a punto de llamar a una revolución (qué tentación escribirla con “b”) para que bajen la mirada a la tierra y dejen de respirar ese aire superior que los convierte en tiranos del lenguaje. Debo admitirlo: me gustaba cuidar mi buen uso del lenguaje pero los todopalabra me han contagiado su odiosidad y su mirada de asco ante la ausencia de una tilde o la aparición de una “s” que debía ser “z”. ¡Al demonio! ¡Viva la rebolución!, coma, coma, ¡COMA,,,!
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