Rincón de los Relatos
Los motores a su máxima potencia, el climatizador congelando, pero aun así, no hay escape, es un intento inútil, contra las matemáticas, buscando un milagro de los dioses nunca venerados.
37
La enorme El Nath, la mayor de Aries brilla hasta apagar el resto de las estrellas, sus lenguas de fuego lo quieren devorar todo y como perros rabiosos corretean a la nave, ladran bajo sus alas y babean sus turbinas.
Neil hace todo lo posible pero el calor ya no lo soporto más, él insiste en escapar, en reventar los propulsores y alejarnos de El Nath pero he visto una y otra vez los números y es imposible. Moriremos rostizados por la gran gigante.
46
Pasaban horas y la alucinante velocidad de escape no bastaba, la esfera incandescente esperaba paciente atrapar su presa y sus armas letales enrojecían el metal de su víctima a paso tranquilo, burlesco, la cadencia del ganador disfrutando la agonía de la presa herida.
50
No puedo más, es muy extraño. Dicen que el calor sofoca pero respiro bien el problema es la piel que comienza a arder, mi cabeza que pierde el sentido veo a Jack hurgando sus números “cree en mí, nos salvaremos Jack” pero no me escucha, tal vez sólo imagino que le hablo.
La tortuga corría a toda velocidad mientras el conejo dormía siesta tendido en un prado cerca del camino confiado en sus piernas y en su habilidad natural, ganaría la carrera sin importar qué pasara. La tortuga corría y corría y sonreía cuando sin hacer ruido pasó frente al conejo durmiendo siesta. De reojo miraba el conejo a la tortuga sonreír y saboreaba la victoria pues como buen lector de fábulas aprendió la lección y hacía rato que había cruzado la meta. Luego se devolvió a hacerse el dormido para burlarse de la torpe tortuga.
59
Margarita nunca te volveré a ver ya ni lágrimas me quedan para llorarte todo está seco acá dentro de esta lata espacial inservible. Sales tan linda en esta foto ¿verdad qué sí? lo sé, yo también te amo.
Jack está ahí sentado hablándole a la foto de su esposa escucho que le cuenta sobre su día en la oficina y que quiere atún para la cena. Cuándo perderé yo el sentido, quiero irme de aquí, de este calor insoportable, por qué no muero, no me ahogo, qué esperas maldita estrella o ¿quieres salga y me lance de cabeza a tu infierno estelar?
Sí, una buena cerveza estaría bien amor mío todo este papeleo me tiene con un dolor de cabeza horrible… lo sé, pero debo terminar la universidad antes de dejar este empleo necesitamos el dinero… está bien, tú también trabajas es que yo necesito mantenerme ocupado… es mi entrenamiento, cuando al fin pueda embarcarme al espacio pasaré muchas horas haciendo tareas rutinarias… también te extrañaré… sí, te lo prometo.
Las placas de metal empiezan a ceder, los remaches aflojan, el aire se seca, se convierte en cenizas, El Nath refulgente, la piel arde, burbujea la sangre, los ojos ciegos de tanta luz, los hombres tendidos en el suelo con sus espaldas rojas, respiran su propia carne y su mente perdida, tratando de escapar todavía.
¡Ya llegué a casa!
¿La nave? ¿fueron esos los motores?
¡Margarita, te pusiste el vestido celeste que tanto me gusta!
¡Se encendieron los propulsores hiperluz, ahora podemos huir!
Tú atún está tan delicioso como siempre. Sabes lo he pensado mejor y cambiaré de carrera.
Coordenadas listas, propulsores listos. Maldita estrella trata de atraparme ahora si puedes.
No, no es sólo por ti es por nosotros nunca podremos ser felices si paso la mitad de la vida en el espacio.
Comienza conteo regresivo ¡lo logré! ¡al fin se termina esta maldita pesadilla!
El averno mismo se apodera de la nave, el fuselaje se desprende, la nave se desmantela rendida ante el calor implacable.
Esta noche seremos sólo nosotros dos Margarita y de ahora en adelante.
Dos segundos, tan sólo dos y podré ver los cuernos de Aries a millones de años luz.
La cabina no resistía y sus dos tripulantes quedaron a merced de la radiación estelar de El Nath.
Lo haremos todas las noches amor ¡todas las noches así mismo, no te detengas, no lo hagas nunca!
¡Cero! ¡adiós y para siempre!
El espacio vacío, El Nath, el vapor del poco oxígeno que quedaba, los cuerpos, todo se enredó en un caos flotante de duración eterna.
¡Así, así se debe sentir mirar a las estrellas en la cara Margarita, te amo!
¡Pum! ¡Qué hermoso es el brillo del túnel hiperveloz, cuántos colores!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario