OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

jueves, 25 de noviembre de 2010

Ponts de Paris


Desván Para Pensar

Caminar junto al Seine, junto a ese aire aromatizado, bajo nubes de algodón y al sol de calidez tímida, aficionados pintores empecinados en retratar el río, sillas de café mirando a la calle, las hojas otoñales caen como nieve, detenerse justo ahí, recostar los brazos mirando los barcos pasar lentos y maravillados, ninguno lo cree, ni yo, ni el sol, ni los pintores, ni los barcos. Cada centímetro de mi cuerpo invadido por la suave brisa que ha recorrido los puentes de París, viene, entra, enfría, roba mi aliento y se va a recorrer las calles de la ciudad ya inundadas por ese aire romántico enloquecedor  que hace a turistas novatos tomar fotografías sin revelar resultados.

Cruzar un puente sobre el Seine, piso de madera, barandas enrejadas, por ahí escondido su nombre  “Pont des Arts”. Sus rejas laterales colmadas de candados enganchados para siempre y es que la tradición cuenta que las parejas van al Pont des Arts a sellar su amor para la eternidad dejando un candado con sus nombres y lanzando juntos las llaves a la tranquila corriente del Seine. Nadie lo creería sin estar ahí pero así es todo París.  Recorrerlo a pie por horas, ir deambulando por sus calles al azar, te encuentras con fuentes llenas de arte, cafés encantadores, arquitectura tan única, tan “París”, tal como en el cine arte o en las caricaturas.

Finalizar el día navegando el Seine. Sobre un barco de techo abierto a un frío congelante, refrescante sin embargo. Parte junto a la Torre Eiffel iluminada y justo se encienden sus focos titilantes, miles de pequeños puntos de luz hacen arder la torre mágica y cómo pierdes la noción de todo con esa imagen, dónde estoy, cuándo estoy, ¡qué importa ahora! Comienza el recorrido y pasamos debajo de todos sus puentes, cada uno con su historia y época rodeados por monumentos fantásticos. La despedida perfecta de París.

Caer enamorado a los pies del Seine y de París, no lo comprendí entonces pero es una maldición bendita. Vuelves a casa y recién sientes nostalgia, de caminar, de navegar, de respirar París. Te dan ganas de volver y volver siempre, de quedarte tomando café con la sensación que no falta nada, que el tiempo no pasa, justo se pone a llover y anochece y los adoquines se iluminan y el café aun tibio y las mujeres mejor vestidas del mundo pasan raudas en sus motocicletas y alguien toca el acordeón ¡cuántas sensaciones en una sola ciudad! no sé cómo decirlo, tengo mil palabras en la mente pero no puedo escribir ninguna, quiero lanzarme a los brazos de París pero la realidad me lo impide, me tiemblan las rodillas, me confieso enamorado y ya lo sé: no importa cuántas veces regrese, París nunca va a ser mía pero siempre soñaré con ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aunque es muy íntima su descripción se entienden perfectas sus sensaciones don Nick, felicitaciones