Tan
dulce, inocente, incluso ingenua me encantaste con tus hilos de pureza e
hipnotizado te hice reverencias. Quise complacerte en todo, verte sonreír con
mis sorpresas, con cumplir las promesas has con locas proezas. Me llevaste de
la mano por un camino que imaginaba largo, infinito incluso, junto a ti
siempre. Hasta lo llegué a ver en tus ojos, en tus palabras llenas de cariño y
en tu honestidad a prueba de este mundo cada vez más plástico y perverso.
Estaba
atrapado por la gravedad de tus ojos solares, de otro mundo, orbité desde
entonces a tu entorno obedeciendo tus reglas dejándome llevar por tus caprichos
y haciendo todo para iluminar más tu vanidad astral. Adónde fueses, lo que
pidieses todo con tal de estar a tu lado y con acercarme un poco más a ti y más
y más. Un camino sin retorno, leve e invisible caída en picada a las redes de
tu superficie quemante. Todos lo me lo decían te tiene del cuello, haces lo que
ella dice te mueves adonde ella va y a cambio que has recibido, es que algún
día decía cumpliendo una nueva vuelta cada vez más cerca y me gritaban desde el
espacio profundo ¡Vete, vete de ahí o terminarás estrellándote! Te miraba y
trataba de resistir pero era inútil. Me enceguecías con tu ternura y tu sonrisa
repleta de esperanza.
En un
grito desesperado el universo intenta detenerme y es entonces cuando al fin
veo, te veo a los ojos y tú no me miras de vuelta. Lo sé ahora, nunca lo
hicieron. Te quise tomar la mano y la sacaste como quien las arranca de una
superficie hirviente. Te quise acariciar el rostro y con un desprecio me
corriste la cara como si fuera el peor de los insultos. Cómo se me ocurría tan
siquiera mirarte y subir al pedestal estelar donde te encuentras y escuché
desde tus gestos “impío ser inferior, estáis aquí para servirme, para hacer de
mi ego el más grande de todos dónde se ha visto un esclavo acercarse a su reina”
Trepé
mil veces la torre afirmado a tus cabellos, cabalgué mil veces a través de los
agudos rosales para despertarte, recogí mil veces tu zapato de cristal y aún
así me despreciaste hasta el último de los días aún así no fui más que el
juguete de turno. Nunca quisiste que los cuentos terminaran con un final feliz
y me hiciste sentir como el sapo que las princesas no quieren besar, como el
vasallo que lo más alto que puede mirar es a los pies de su doncella. Por suerte
me has dejado la fuerza suficiente para tratar de huir, relevar mi cargo a otro
planeta dispuesto a orbitar tu majestuosa necesidad de admiración y reverencia.
Ni siquiera podría terminar diciendo “algún día te darás cuenta” porque
realmente la única que te interesa eres tú. Centro. Astro. Vanidad.
2 comentarios:
Nck es una belleza. Que bien q escrbes. Que profunda reflexion.
Muchas gracias!!
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