Rincón de los Relatos
Oscuridad
infinita rodea la pared a mi lado
Transparente
hacia la nada misma
Qué
sentido tiene saberlo, sólo dolor
A setecientos cuarenta y uno de distancia
Es hora
de hacer caso a los consejos de Juliette y detener estos lamentos inútiles
invasores de mis momentos libres de sueño y vigilia, cada segundo de una mirada
perdida y la imagen desoladora de un hombre patético sirviendo ofrendas al rey
muerto, al dios depuesto. Llevo horas despierto, tendido en la cama mirando las
tenues estrellas a lo lejos pensando en irme hacia alguna de ellas en un escape
necesario, mi alma reclama una salida justa. Volteo y sobre mi velador un
retrato, retazos de momentos varios que me hacen sonreír y recordar una
felicidad a setecientos cuarenta y uno de distancia. Prefiero dejarla boca abajo
aplastada por una de esas lámparas que se apagan con la voz.
El
bosque entra en otoño, las hojas caen
Yo,
señor de los árboles, las plantas, la vida
Verano
era cuando llegué y pudo ser eterno
Mas
traje el frío conmigo, el gélido invierno
Se
anuncian tres horas antes del cierre de escotillas y el comienzo de un éxodo
directo al fin de la galaxia donde los astros ya no brillan más, una nueva
oportunidad, un comienzo, mirar el lienzo en blanco y respirar aire renovado
aunque sin colores. Decidí caminar por los pasillos curvos de la nave en
silencio y disfrutar el sonido de los tacones de mis zapatos retumbar por todo
el lugar, el ritmo, el tono, calma monótona que ayuda a refrescar el cuerpo
cuando no queda nada mejor que hacer salvo recorrer kilómetros y kilómetros
esperando el relámpago de la idea clave, de la decisión correcta.
El
aroma al placer perdido, dulce, místico
Recuerdos
de esencias evaporadas
Bailan
con el viento que se va y se aleja
Emigran
al sur buscando el calor extraviado
Desorientado,
la nave es un enorme laberinto de pasajes metálicos, ventanas acrílicas, tubos
de luz blanca. Giran en mi mente decenas de copias de esos pasillos, hacia
arriba, abajo, estoy mareado prefiero descansar arrojado de espaldas a las
ventanas, al espacio. Salgo de mi cuerpo y veo mi mirada perdida pero con la
convicción de la necesaria salida de hacer explotar los setecientos cuarenta y
uno a un número irreconocible, en ceros estelares, la lejanía absoluta la anulación
de esta vida de devoción a un milagro concedido a otro. Sin notarlo regreso a
mi habitación irónicamente la “741”. Maldita y estúpida placa. Con mis manos
la arranco y la lanzo lejos con la leve preocupación que ahora ocupo la única pieza
sin número.
Atacan
mi cuerpo las promesas juradas
Se caen
mis cabellos a mares
Pactos
alguna vez mirados con alegría
Sacramentos
ahora, obligación penosa
Los
motores se encienden y comienzo a dudar, irme, arrepentirme de este trayecto.
Me desdoblo, cuerpo y espíritu entran en debate y este último cansado de las
iteraciones trágicas empuja a su homólogo carnal hacia fuera y en un mensaje
íntimo lo invita a salir. Cuerpo presente alma viajando a través del firmamento
ese sería el pacto. Una liberación con el costo de perder el brillo inmaterial
de todo ser humano, ojos grises, pasos robóticos, el cerebro poniente asumiendo
todas las tareas. Con desesperación abro la escotilla de salida y cerrándola
por fuera le digo adiós y buena suerte en este viaje de purificación. Espero
algún día volverte a ver pero por ahora solo sin ti puedo vivir a setecientos cuarenta y uno de distancia.
4 comentarios:
Opino que deberias crear un libro con todos estos relatos y dedicarme el libro xD no es mucho pedir cierto? :D
Gracias Mishin!! Le voy a poner en "Dedicado a Gloria (o Mishin? xD) por impulsarme a crear este libro" =)
mmmmmm... dificil pregunta xD dejo eso para ti,tu sabrás que hacer =) deberias escribir algo sobre una auroral boreal :D jahahaha (ya estoy pidiendo cosas xD)
Querida Mishin, tus peticiones siempre se forman en ideas para andar trayendo conmigo... bonito tema =) ya se me está ocurriendo algo
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