Una
sola idea, solución explosiva recubierta en plomo y aniquilar, acabar en el
primer acto para no extender el drama a niveles estúpidos, innecesarios. La
noche encanta, baila al ritmo del cello solitario mientras comienza a llover
con rabia y se lleva la duda y me
imagino con la mano temblando sonrisa de par en par respirando al fin aire puro
sin preocupaciones sin odios inventados, en paz respirando humo de cigarrillos
apagados y suenan los clarinetes que me elevan al suelo y me dejan caminar por
las calles empapadas con agilidad libre justo ahí el viento llega con sus
buenas noticias y me hace mirar hacia la ventana del departamento con las
ampolletas rojas aún encendidas. Pasa un alemán que me habla en inglés y
comprendo todo, la mañana aterriza suave con la paleta de colores completa del
blanco al negro del rojo al violeta, los cuervos blancos adornan el cielo
volando hacia atrás y en círculos erráticos pero perfectos, la culminación de la
escena de clausura que llueve una cortina de agua continua llevándose la culpa,
la rabia, la humillación corren todas por la orilla de la calle directo a
estancarse en un ducto olvidado incluso por caimanes y ratas. ¡Qué espectáculo!
y tan fácil será posible, basta con destronar a la princesa que insiste en
quedarse en el castillo que ha traicionado, estampar su cabeza en la lanza de
la plaza pública y animar al pueblo a aplaudir y sacarse fotos haciendo poses
junto a ella.
¡PUM!
No, eso
no existe, el arrepentimiento, el volver en el tiempo y repararlo todo ¿cómo
querer hacerlo si ahora miro al cielo y sin duda está despejado? y las
partículas de ensueño comienzan a apiñarse en música, brisas y aves al tiempo
que amanece todo es como lo imaginé ¡al fin! ¡al fin! lo onírico mezclándose en
concreto la ciudad crece los autos despiertan el cuadrilátero rojo allá arriba,
un faro de esperanza nueva, de piedad divina impulsada por mis propias manos.
Así se debe sentir salir de la cárcel, volver de un largo exilio. Me sacudo las
estrellas que llevo pegadas en la mano y las devuelvo al cielo pidiendo perdón
por el inútil gesto y la mañana sonríe y me toma de la mano, vamos juntos a
tomar desayuno me dice y esas nubes de la última cosecha estaban maravillosas y
para rematar se ofreció a pagar la cuenta. Nunca más mensajeros urgentes ni
cartas con cariños recreados desde misivas ajenas ¡no más detestar el tres! ¡no
más apretar los dientes furioso por ser yo mismo! así ha hablado la resolución
del percutor, triángulos de dos lados, eliminación de la tercera carga.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario