OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

jueves, 29 de agosto de 2013

Las Horas Sin Ella

Rincón de los Relatos

A Marisol

Éste es otro de esos días monótonos y simples en los que sé que no estoy ni estaré con ella. Miro mi reloj al salir de casa y como todos los días debo caminar unos quince minutos antes de llegar a la estación del metro en una marcha de anticipación sin la esperanza de liberarme de los apretones y empujones del servicio de fletes público. La lluvia que anticipé con mi paraguas se detiene ya dos cuadras avanzado justo cuando es demasiado tarde para devolverlo a casa. Todo me distrae esta mañana en un intento casi inconciente por alejar mi mente de las horas sin ella. Por largo rato veo a unos perros enloquecidos con las ruedas de los autos sobretodo de las motos y tratando de entender su fijación yo mismo me encuentro vigilando las ruedas, fijándome en cómo ruedan cada vez más rápido, fascinado con ese efecto óptico que hace parecer que se detuvieran para luego girar marcha atrás y quizás los perros las siguen porque ese fenómeno les pone la curiosidad de cabeza. El viento arrecia llevándose cada vez más hojas de otoño consigo. Pasmado quedo mirando las figuras que hacen antes de llegar al suelo, jugando a adivinar dónde caerán, intrigado por las extrañas curvas de descenso. Como si no fuera poca distracción las calles de mi barrio están atestadas de grúas constructoras que comienzan a funcionar a esta hora y es un gusto verlas girar, levantar, tronar y la cabina está tan lejos de vista, hacen parecer a las grúas entes independientes, gustosas de levantar edificios aunque les signifique esfuerzo. Son niños mecánicos levantando piezas de un juguete armable ansiosas por verlo completo y una señora sentada en una banca teje un chaleco con lana de oveja observando la construcción pensando tal vez lo mismo que yo. Fácilmente desvió mi mente soñando despierto pienso en mi siguiente historia, pasan brujas y princesas en un enredo clásico cuando me doy cuenta de que quizás se me ha hecho irreversiblemente tarde para marcar mi entrada al trabajo. Pero mi reloj ha avanzado solo unos cuantos minutos y pareciera alivianar su marcha. Quiero recordarla. Si no la voy a ver hoy al menos viajar hacia la última vez que la vi, que tome sus manos, que besé su rostro, el tiempo lento, lento, casi al borde del colapso, que la abrasé, que sentí su cuerpo cerca del mío.

El tiempo ya no aguanta tanta lentitud. Se detiene por un momento imposible de medir y comienza a retroceder. Las agujas en los relojes se resisten al principio pero se rinden pronto al entender las razones de la anomalía y todo va hacia atrás, los antónimos y lo contrario el mundo se puebla de ello y las nubes absorben agua desde el suelo los autos corren obsesionados detrás de los perros las hojas escalan los árboles el sol que va hacia el oriente las princesas besan a los príncipes para convertirlos en sapos las brujas deshacen los conjuros para devolver las uñas a los gatos las ancianas tejen chalecos para las ovejas mientras las grúas desarman edificios y un sonido del tiempo rompiendo la barrera de la lógica hasta que al fin algo familiar. Es ella caminando entre la lluvia ascendente con un paraguas colgando de sus pies para no mojarse y cada vez más cerca me sonríe y me dice “nos veremos muy luego” y me saluda de un largo abrazo, su perfume sale de mis narices “no te vayas tan pronto” le digo y responde “me quedaría más tiempo pero debo irme” es ahí cuando el sonido de una grúa destripando concreto y los árboles agarrando hojas de vuelta me recuerda que estaremos juntos hasta cuando nos volvamos a saludar. “Hola, esperaba tanto verte” las ancianas tejen chalecos “nos queda mucho tiempo para estar juntos” las nubes comienzan a llover.

1 comentario:

Unknown dijo...

Fue un grato diambular por el inconciente conciente del diario vivir. Del hacer y deshacer.....el sentimiento.