OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

domingo, 8 de abril de 2012

El Bar De Los Olvidados

Rincón de los Relatos


Entramos a este barcito de murallas tatuadas con recuerdos y saludos a una idea ya olvidada, literalmente consumida por los conceptos actuales, por la vida bonita, la vida buena. Aparece un hombre ya cerca de sus cuarenta con los ojos rojos y entristecidos a recitar poemas de autores idealistas como él mismo cuyo sueño de vivir de su arte es aplastado por el mundo entregándole de vuelta un diario vivir del trabajo para comer y evasiones de yerba seca. El local toma colores a melancolía, luces bajas, velas pasadas a parafina, bebidas, cervezas y maní salado, se escuchan ritmos latinos de mirada revolucionaria y el bar se transforma en un lugar donde la oscuridad y los tambores cubanos, entre tribales y cánticos a divinidades locales nos refugian del mundo plástico que nos rechaza tanto, que nos da salarios indignos para recordar que nuestra felicidad es la incorrecta: vivir sin desear ser millonario ni anhelar la casa del afortunado vecino. ¡Timbales, tambores! ¡timbales, tambores! y el recuerdo del sueño de una vida sin dinero o más bien la recreación de una ciencia ficción antigua de maquinas con engranajes gigantes otrora maravillosas, ahora sin sentido. Pasa de pronto una mujer de trenza india y ropas indígenas con sobres blancos pidiendo colaboración para el artista y cada asistente saca de sus billeteras los mil pesos que nos recuerdan que en la práctica nos hemos vendido sin resistencia por rellenar el colchón de cientos de copias del mismo y aunque imperceptible, el necesario gesto de limpiar el billete en la ropa antes de ponerlo en el sobre nos permite al menos salvar a ese hombre de rostro miserable pero de espíritu inquebrantable, entusiasta, honesto.



1 comentario:

Karolainn dijo...

Precioso,!!
Arriba los timbales!!! la alegría de ser pobre que en ello encontramos la felicidad danzante de nuestra alma