OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

lunes, 12 de marzo de 2012

El Principiante Caballero De La Ciudad De Lanori

Rincón de los Relatos


Lanori hermosa ciudad amurallada, tejados rojos, fuentes magníficas, sus habitantes felices y llenos de energía y yo su caballero principiante tan lleno de dicha por vivir ahí. Lo sé, defender un lugar así de magnífico, de ensueño, es aterrador.

Desfile de fantasmas con los brazos caídos salen de mi cabeza caminan rengueando con sonrisas irónicas y miradas perdidas, siguen y siguen escapando de mi frente, por los oídos, por la nariz, monstruos voladores giran sobre mí lanzando rocas duras que pegan suave y su presencia me atormenta, me vuelve loco y miro hacia atrás y Lanori se ve más pequeña aunque igual de hermosa.

¡Oh Lanori mirad mi brillante espada, mi dorado escudo! Desenvaino la espada y me tirita la mano mientras salen del suelo enormes edificios de concreto y vidrio que rompen el cielo y tapan el sol y los fantasmas ahora más incorpóreos lucen su invencible ser ante mi temblorosa espada que recorre sus cuerpos como cortando aire mientras se levantan más y más cubos de hormigón donde la indiferencia invade el espíritu los habitantes que saltan desde todas las ventanas vestidos de camisa y pantalones grises.

Qué vas a hacer qué vas a hacer qué vas a hacer me repiten los monstruos directo al cerebro, son voces sin sustancia y no las puedo callar ni aniquilar con mi inútil espada y entonces un fantasma camina hacia mí y me dice “tonto tonto tontísimo mira hacia arriba” y allá esta Lanori flotando con murallas, torres, tejados, toda su belleza recibiendo la luz del sol más arriba de los edificios nuevos y el fantasma me dice “no importa no importa no importa si está arriba siempre será muy lejos muy lejos muy lejos”


Corriendo escaleras arriba miro la ciudad desde la terraza de uno de los edificios y un ave pasa cerca y me aconseja “salta y agárrate con la espada” cierra los ojos y desaparece justo cuando los habitantes de traje arremangan sus camisas y con toda su fuerza intentan mover las construcciones quienes viéndose pronto exitosos miran hacia arriba riéndose mientras los fantasmas aplauden y bailan alrededor para alentarlos. Sólo me queda saltar de edificio en edificio tratando de alcanzar a Lanori y subir con la ayuda de mi espada. Los monstruos de mi cabeza cesan su tortura y deciden hacer entre terrazas puentes crujientes e inestables al paso pero de ayuda suficiente. Los habitantes de abajo redoblan el paso y los fantasmas llevan ahora tambores con sonidos de marcha, un dos, un dos, un dos y el cielo se llena de criaturas extrañas, aves cuadradas azules, payasos recostados en divanes, aeroplanos con rostro, flores exhaustas recitando poemas y entre todo ese desorden, Lanori, la hermosa ciudad no ha cambiado en nada y yo su caballero principiante sin saber si la estoy defendiendo, si la estoy reconquistando, si debo sentarme y dejar que los edificios me lleven. Y de pronto Lanori desaparece, de pronto parece tan cerca.

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