Rincón de los Relatos
Nuestros
lejanos ancestros tenían razón sobre la Tierra. Es plana como los mismos mapas
que la representan. ¿Que cómo lo sé? ¿nunca has dejado caer una gota de agua al
suelo? Hazlo y verás que ahí se queda, sin moverse, ni un solo centímetro.
Cuando
los antiguos navegantes de barcos de madera y telas convertidas en propulsión
se aventuraron más allá de lo que la vista podía alcanzar lograron descubrir lo
que por teoría se sabía. Si bien se trataba de postulados irrefutables, nada se
compara a la experiencia de zarpar de un puerto y volver al mismo luego de
navegar por meses en la misma dirección comprobando así, en altamar y con
sacrificio, lo que versados científicos demostraban con sus mentes y sus
fórmulas. Tanta certeza como el azul del cielo se decretó que el planeta es una
esfera chata, un globo flotando en el espacio. Los
escépticos finalmente callaron sus voces cuando los cohetes espaciales
lograron romper la atmósfera y ver a la Tierra desde un ángulo tan solo
imaginado. Allí estaba la esfera vital siguiendo una ley inquebrantable
alrededor del astro rey y tan redonda y brillante que ninguna duda cabía ya. Solo
los locos y desquiciados hablaban de una Tierra plana.
Alguna
vez lo fue, sin duda y hay evidencia de ello. Fotografías espaciales, diarios
de navegantes, cálculos de ingenieros, elucubraciones de escritores de ciencia
ficción. La Tierra fue redonda mientras el hombre le daba la energía para
mantenerse inflada. Imagina cuanta fuerza le dieron esos valientes que luchaban
contra la opresión de los embajadores de lo llano en la época cuando si quiera
decir que la Tierra era redonda significaba un castigo tortuoso y lleno de ira.
Imagina cuanto aire adquirió el planeta en los tiempos de los navegantes que la
recorrían a ciegas o cuando se esforzaban por lanzar balas huecas y tripuladas
para verla desde lejos. No eran solo ellos, la humanidad entera estaba
hambrienta de descubrimiento, de luz, de deseos de explorar, de no creer en ese
borde donde el mar caía por un risco y se perdía en el firmamento. La humanidad
creía entonces en el infinito, en las posibilidades eternas, en la Tierra que
por más que corrieras nunca se iba a terminar.
Un
fenómeno inusual, paranormal incluso, ocurrió al poco andar de la historia. Se
reveló sin duda alguna el proceso de achatamiento del planeta. El diámetro se
convertía en arista, la sombra en la Luna perdía su perfil. ¿Cuál sería la
causa y la consecuencia? La verdad pocos creyeron en tan maniática teoría y sus
defensores fueron tachados de locos y el tema quedó catalogado bajo las locas conjeturas
de conspiración a la altura de los marcianos verdes.
Cómo se
iba a mantener redonda cuando la humanidad se desinfló. El baile de la
curiosidad, del cambio, del ingenio fue cambiado por la marcha del conformismo,
de la rutina, del hipnotismo tecnológico y ese paso firme, militar, fue pisando
tan fuerte y tan frío que la Tierra no aguantó y comenzó a aplanarse por más
imposible que parezca. Hombres y mujeres dedicados a seguir la misma ruta de
navegación sobre la misma goleta, nace crece reproduce muere, estudia trabaja
cría muere, sexo dinero diversión muere, el engaño de los pequeños proyectos ese curso ese hobby un pequeño caramelo entre las toneladas de asfalto de la autopista y la Tierra cede ante los límites de la mente en
retirada del paso retumbante de los tambores monótonos y la sonrisa inventada
pero diablos qué satisfactoria qué dulce qué excitante falsedad qué fácil es así qué maravilloso ese masaje constante sin tener nada para pensar y la Tierra es
plana es plana es plana y limitada y el mar se cae a pedazos por los bordes filosos del
planeta miles de hombres y mujeres nuevos se dejan caer desde el firmamento y al llegar al suelo…
…no se
mueven ni un solo centímetro.
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