OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

lunes, 26 de noviembre de 2012

Memorias de Luna Llena

Rincón de los Relatos

Luna naciente, versión estelar de los nueve meses
Veo cómo crece tu recuerdo, cómo vuelves y floreces
Invasión paulatina de tus ojos solares
No lo sé, serán ilusiones, malestares
Más de la mitad y te haces más fuerte
La guerra comienza a perder mi olvidarte
Tan claro como se hace el cielo nocturno
Indefenso, ante esta luz taciturno

Luna completa, la oscuridad rechazada. Despierto con tu aroma tomando mi mano, hálito de un sueño con demonios sosteniendo títeres de ángeles. Me hacen creer que todavía tu existencia está en el campo de lo real pero de inmediato te vuelves un elefante saltando como un canguro. Es que la luna, llena, llena de aquellos días en que la mirábamos siempre juntos sin importar la distancia, por este instante me gustaría creer que ambos la estamos mirando otra vez reunidos aunque la vida nos va a tener separados como nunca junta el agua con el fuego.

Luna agonizante, otoño estelar, estrellas que caen
Lentas desaparecen por el foco extraviado caen
De a poco junto con el cruel dios de la memoria caen
Como bolitas de vidrio al suelo listas para aplastarse
Sentir el suave crujir cristalino, al fin aplastarse
El pasado inútil por inmutable, por nunca adaptarse

Luna muerta, luna negra. Sabes la verdad, la luna nueva es mi regente ahora, la opacidad completa de una caja de zapatos escondida al fondo del último cajón, la botella de un aroma ya no más fabricado, la piel extraviada en la temporada estival ya acontecida. Y esa pequeña mueca de luz haya arriba es ahora una sonrisa ya no una burla, es otra luna igual llamada luna, el recambio perfecto, el ciclo renovado.

sábado, 24 de noviembre de 2012

La Derrota Que Siempre Estuvo

Rincón de los Relatos

Asediando las murallas del reino Alarse

Decenas de semanas y el firme y sólido empalizado ladrillado no ha cedido en lo absoluto. Ni rudimentarias catapultas ni sofisticadas máquinas de asedio han logrado cedernos algo de la fuerza enemiga siempre lejana, situada en lo alto de sus magníficas murallas riéndose de nuestros vanos intentos todos los días con carcajadas de tonadas distintas. He enviado soldados de especialidades múltiples, formaciones clásicas y creativas, arcos y ballestas han sido cargados una y otra vez, torres móviles magníficas, hasta bolas ardiendo en aceite desde distancias prudentes, nada ha funcionado y en vez de estar al centro de la plaza de Alarse clavando el estandarte de mi reino reclamando autoridad, estoy en mi tienda de campaña curando heridas nuevas y planeando tácticas de antemano derrotadas. La frustración es inmensa, me creía y me creían un general exitoso, invencible y ahora me encuentro frente a una partida de ajedrez con las piezas congeladas.

Penetrando las defensas del planeta Paraxis

Con los ojos pegados en el radar esperamos el resultado de ese misil cargado de veneno nuclear lanzado hacia lo que nos informaron sería una torre de control remota orbitando el espacio, un satélite usado para conducir desde el planeta toda la artillería defensiva que rodea la atmósfera de Paraxis. Las señales nos indican que el blanco ha sido destruido y a mi comando la mitad de la flota se lanza en picada a invadir los cielos y apoderarnos así de este rincón de la galaxia. Pero ni las horas de inteligencia invertidas ni la sofisticada tecnología pudieron detener la horrible escena donde los lásers ajenos engulleron la negrura del espacio y destruyeron al ejercito que había enviado tan seguro. Ya no aguanto el peso de mi cuerpo, mis venas se declaran en huelga, la ira corroe mis puños, deseo saltar por la escotilla al vacío y dejar que el gélido espacio rompa mis huesos uno por uno. Mandé a miles a la muerte por una causa que ahora veo siempre la tuve perdida.

Resistiendo la ira de ciudad Niva

Putos extranjeros, nos gritan las automáticas que porta hasta el último habitante de la ciudad que acabamos de tomar, o intentar al menos. Todo fue una ilusión, la destrucción del palacio de gobierno y el sitio del parlamento nada de eso sirvió porque Niva entró en furia y se armó hasta los dientes para corretearnos por sus calles confusas y estrechas. Ahora es todo caos, libres de origen balazos, explosiones y gritos recorren las murallas abatidas y a nosotros regresan soldados con amputaciones espantosas sangrando el doble de lo que un hombre común puede. Ya nada tiene sentido en esta guerra dónde nadie habla de victoria o de derrota, es simplemente una masacre que solo puedo detener llevándome a casa la sensación de no ganar, ni siquiera perder.

Dimitir la espada, liberarme de la armadura de hierro y volver la mirada a casa dejando al rey abatido sobre el tablero. Prefiero eso antes de repetir la danza de fuego que iluminó al espacio dejando atrás un triste anillo de cenizas que esperan que la gravedad las trague para terminar de quemarse en el descenso eterno, sin caída. Tal vez así pueda volver a mi país y presentarles a los deudos mis respetos por sacrificar a sus seres queridos en esta batalla que dio a luz ya vencida.

La vuelta a mi reino me ha abierto los ojos, nunca pensé que el camino de regreso sería tan distinto incluso tomando la misma ruta. Hay más tranquilidad para mirar hacia los lados y detenernos a descansar solo porque el paraje parece de ensueño. Dedico mi tiempo a forjar mi espada por gusto y al mirar el tablero de navegación me doy cuenta cuántos otros destinos esperan ser explorados, infinitos, la galaxia entera por descubrir y la esperanza retorna a mi cabina con ribetes de locura y sinsentido. Le ordeno a mi tripulación ajustar los controles del salto hiperespacial al azar, terminar en cualquier lugar del mundo y colgar el traje camuflado para hacer de mí cualquier cosa, llevarme a destinos que tal vez ya conozca o que nunca haya visto. Basta alejarse de Alarse, no volver a Paraxis, olvidar a Niva.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Rieles Que Arrancan De La Ciudad

Rincón de los Relatos

Te espero en la estación de trenes ubicada justo en medio de la ciudad. Me entretengo mientras con el ajetreo, los ruidos, luces, edificios y tráfico, las posibilidades de vivir la metrópolis en todas sus facetas y vieras las fiestas por las noches y las caravanas multicolores por los días. Nada más impresionante que los enormes focos de luz que disparan al cielo a todas horas, atraviesan las nubes, el firmamento. Solo quiero que llegues pronto y podamos compartirlo.

Cinco kilómetros alejado del centro, te espero en la estación de trenes perimetral y aún no llegas. Los andenes no se ven tan colmados de gente pero suficiente para distraerse, caminar alrededor y conversar con los viajeros yéndose y llegando. De noche se ven las luces reflejadas hacia el cielo de la estación del centro, una inspiración nocturna para los vigilias trasnochados, acá nos dedicamos a sentarnos mientras alguien canta tocando guitarra sin dejar de mirar los luceros elevarse y burlarse del cielo.

En la estación en una zona urbana de la capital espero tu llegada, tu tren aún no aparece. Se ve poco público y por ende, trenes con frecuencias más distanciadas. Los días son curiosamente más calurosos y como la estación no es techada es un infierno esperar al sol y sin otro escape me refugio en la pequeña cafetería donde una señora anciana te ofrece siempre lo mismo, café y pastel de limón. Por las noches el silencio local es total, tanto que se puede escuchar el rasgueo de la estación perimetral y cómo ayuda a pasar un poco más rápido el tiempo. Un tipo que todos los días viene a vender sombreros me regaló unos binoculares para ver las luces de la estación central incluso desde tan lejos.

Una plataforma rural a alguna distancia de la ciudad y tu tren, todavía no llega. La mayoría del tiempo estoy solo en el único andén de lo que apenas es una estación: un par de rieles y un letrero con el nombre que ya no se lee. Los días son por poco eternos. Para un lado y otro son los mismos árboles otoñales dispuestos en un terreno más bien árido, no arenoso pero como de tierra sobre roca. Por las mañanas me llega el tenue aroma del café caliente y el pie de limón que ahora extraño y por las noches no sé si es ilusión o realidad los sonidos de cuerda que escucho casi invisibles. De las luces ni hablar, me paso todas las noches buscándolas a máxima óptica con los binoculares y nada.

Muchas veces me encontré viendo los rieles y la noche llegando sin que cambiara nada realmente. Sin embargo, el día nublado de hace unas cuantas mañanas fue un cambio afortunado porque en los blancos algodones se reflejaron mejor las luces de la ciudad hasta entonces a mis espaldas y me di cuenta que prefiero quedarme con esa vista, incluso de día, incluso despejado, imagino la ciudad, las luces, la guitarra, el pastel. Y juraría que todos los días la ciudad viene hacia mí unos centímetros, los mismos en que el andén se aleja.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Casi Oda Al Libro de Firmas y Asistencia

Rincón de los Relatos

Sol recién naciente y en fila, sacos negros de igual tamaño
ya despojados de su libertad última, sin espacio al engaño.
Empaste dictador, composición industrial
de los regidores el santo grial
respuesta a la mano ausente, al ojo sin pupila
símbolo ahora del hermano que siempre vigila

Detestable ser material, tus treinta y una líneas
libro maldito, infernal, grillete de rutinas
condenado a tus cuatro jugadas
porque serás uno más de la receta
Uno: despertar algo turnio
Dos: Correr atrasado a la ducha
Y tanto: nosotros y nuestra lucha
Despertar algo turnio

No me veas con tu doble faz de inocencia
aunque admito: pesadumbre no hay en tu conciencia
instrumento de aquellos que creen eres
que podemos mirarte sin evitar reírnos
niños esperando el regalo del pascuero
tú, su seguridad, su pobre consuelo

Te aprecio ahora querido amigo
blanco falso al borde del disco
soldado desarmado, sin el abrigo
de aquellos en la cima del obelisco

Cuando pasen tus dedos por tus hojas de mixtura clásica
cuando deslicen el lápiz será volver a la época básica
cuando muevan los dedos libres de la presión cúbica
tu verdad florecerá
ya verás,
vencerás.

Renovados los individuos con sus camisas de colores
y tus matemáticas serán un juego de sabores
a una libertad a escondidas,
cambiar los huevos del nido a hurtadillas
así estarán convencidos
de que nos has vencido
pero tú y tus esclavos supuestos sin desatino
sabremos dónde se esconde el conejo alvino