OCACIONALMENTE ALGO INTERESANTE

viernes, 20 de abril de 2012

Dinastía En Directo

Rincón de los Relatos

-Le damos la bienvenida al set a la hija de la actriz Linda Thomson ¡Lucía, bienvenida!- entra Lucía al set con pasos largos y rostro serio, la cámara parte de un primer plano y se va alejando hasta mostrar la imagen del plató completo mientras ella saluda graciosamente al público presente y pagado y toma asiento al centro de tres entrevistadores sacados del turbulento mundo rosa.
-Lucía, esta semana todo el país se ha estremecido con la demanda que interpondrás contra tu pareja- Amanda, antes cantante, pone rostro inquisitivo, disfrazada de punzante desde su actuación a su maquillaje. -¿Qué tan cierto es todo lo que pasó?- Lucía comienza a llorar primero con la voz, luego con lágrimas mientras cuenta lo terrible que ha sido todo, los malos tratos, los empujones, los incrédulos, el asedio mediático.
-Nuestro reportero ha hecho entrevistado a tus familiares y más cercanos para ver qué opinan, vamos con eso- dice Fernando, actor en otros tiempos y convenientemente homosexual reconocido al día de hoy. Aparece en pantalla la madre, sus hermanas, su abogado, todos en apoyo a la pobre hija de actriz maltratada por ese musculoso modelo de televisión, la pasarela más barata y glamorosa del mercado.

Detrás de cámaras, en la sala de dirección, Marcelo Brees, dueño del canal, y su hijo Patrick observan el show.
-¿Te gusta el programa hijo?- pregunta sin dejar de mirar las decenas de pantallas frente a ellos.
-Me parece, macabro si he de elegir una palabra- respondió correcto y su padre lo mira y dice como un rey hablando a su futuro heredero.
-Míralos, míralos bien hijo porque ellos son el nuevo pan y circo los magnetos de atención, los devastadores de conciencias y tú serás el director de esta orquesta. Mira esa pantalla, ese número, “51.60” ¿sabes qué significa? La mitad del mundo te pertenece, es tuya y pensarán tan poco como tú quieras, cuestionarán lo menos que tú ordenes. Nuestro mundo Patrick el mundo de los poderosos es pequeño, débil si se le invade pero la rebelión requiere de seres pensantes, de libertadores, de mentes astutas y espadas afiladas. Para evitar eso está la televisión: ¿cuántos cerebros brillantes pueden aparecer si las discusiones giran en torno a las rencillas de gente que no conocen, de bufones ofreciendo sus dolores por dinero fresco y reconocimiento público?

-Señor Brees- llama la atención un técnico –mire la pantalla siete- y en el canal competidor el supuesto abusador entraba al set a contar su versión de la historia, a desmentirla, a aplacarla tal vez, con testimonios de sus familiares y cercanos. La batalla comienza.
-Patrick, acaba de empezar la más hermosa de las batallas. Quién será capaz de generar mayor estupidez y espasmo mental. Pondré el altavoz, escucha con atención- le indicó sacando su teléfono celular.
-¡Teresa Palacios! veo tu astuta jugada por mis pantallas- saludó Brees a la dueña del canal competidor.
-Brees, no esperabas que me rindiera pasando una película de los noventa o algún viaje cultural reciclado- el orgullo llegaba con fuerza al auricular de Marcelo Brees.
-Pierdo puntos lo reconozco y creo que compartimos cuatro quintos de la audiencia ahora-
-¿Maravilloso, no? este pobre muchacho se vendió por tan poco que pude pagarle a un invitado especial esta noche- reía Teresa con perversión forzada.
-Déjame adivinar, un psicólogo o un policía con su detector de mentiras o una ex del tipejo ese-
-¡Ja! Sigue mirando mi canal y tendrás tu respuesta, y me das un punto de rating de pasada- cerró un ojo con su voz.
-Así te devolveré el favor de darme uno a mí- y se despidieron para volver a sus tierras.

-Cuarenta tenemos ahora papá, hemos perdido mucho- dio cuenta el despierto e ingenuo muchacho.
-¿No te emociona? con Teresa luchando esto es más entretenido- Marcelo caminó hacia su director, le susurró palabras al oído y éste por el sonopronter a los conductores del programa. Se alejó para volver con su hijo –mira esto- y entra al set una mujer joven, sencilla, sin farándula en la sangre. Apenas se sienta aclara ser una ex-novia del galán maltratador y por supuesto a ella también la golpeó, un empujón en un día de furia ebria, una cachetada fuerte en algún evento estresante. La pantalla se calentaba, los diarios cambiaban sus portadas, #weoncobarde subía como la espuma.
-¿De dónde sacas a toda esta gente papá?- el muchacho comenzaba a querer entender lo esencial.
-De una agencia de actores hijo ¿de dónde más?- le tocó el hombro y luego dijo –hay algo que nunca debes olvidar Patrick, la polémica se inventa no se busca.

Al finalizar la noche y dar cuenta de los clásicos empates técnicos entre las emisoras de Patrick y Teresa, padre e hijo bajaban al estacionamiento del canal para regresar a casa.
-Mira quién llama- dijo Marcelo a su hijo mostrándole el celular. -¡Teresa! Buen duelo el de hoy, lo del detector de mentiras estuvo soberbio.
-Y esa “ex” de cabaret, bra-vo-
-Bien, ha sido suficiente por hoy. Nos estamos subiendo al auto con Patrick-
-Pasaré al supermercado antes de ir a casa, podrías cocinar tú hoy para variar-
-Lo pensaré de aquí a casa querida. Nos vemos allá, te quiero mucho-
-También te quiero amor y por favor esta vez no te olvides de dejar tu auto al fondo, yo salgo primero mañana-

domingo, 8 de abril de 2012

El Bar De Los Olvidados

Rincón de los Relatos


Entramos a este barcito de murallas tatuadas con recuerdos y saludos a una idea ya olvidada, literalmente consumida por los conceptos actuales, por la vida bonita, la vida buena. Aparece un hombre ya cerca de sus cuarenta con los ojos rojos y entristecidos a recitar poemas de autores idealistas como él mismo cuyo sueño de vivir de su arte es aplastado por el mundo entregándole de vuelta un diario vivir del trabajo para comer y evasiones de yerba seca. El local toma colores a melancolía, luces bajas, velas pasadas a parafina, bebidas, cervezas y maní salado, se escuchan ritmos latinos de mirada revolucionaria y el bar se transforma en un lugar donde la oscuridad y los tambores cubanos, entre tribales y cánticos a divinidades locales nos refugian del mundo plástico que nos rechaza tanto, que nos da salarios indignos para recordar que nuestra felicidad es la incorrecta: vivir sin desear ser millonario ni anhelar la casa del afortunado vecino. ¡Timbales, tambores! ¡timbales, tambores! y el recuerdo del sueño de una vida sin dinero o más bien la recreación de una ciencia ficción antigua de maquinas con engranajes gigantes otrora maravillosas, ahora sin sentido. Pasa de pronto una mujer de trenza india y ropas indígenas con sobres blancos pidiendo colaboración para el artista y cada asistente saca de sus billeteras los mil pesos que nos recuerdan que en la práctica nos hemos vendido sin resistencia por rellenar el colchón de cientos de copias del mismo y aunque imperceptible, el necesario gesto de limpiar el billete en la ropa antes de ponerlo en el sobre nos permite al menos salvar a ese hombre de rostro miserable pero de espíritu inquebrantable, entusiasta, honesto.